VIDAS EJEMPLARES
El examen
Los test de honradez de Aguirre no detectarán ni a un golfo
Hace años, en la era en que todavía volaba la TWA, antes de aterrizar en Estados Unidos la tripulación repartía a los extranjeros un cuestionario que debían rellenar antes de tocar tierra. La primera vez que veías aquellas preguntas te arrancaban una risa con sordina: «¿Ha participado usted en crímenes relacionados con el Holocausto nazi?», «¿Tiene usted la intención de asesinar al presidente de Estados Unidos?». El test parecía hilarante: ¿qué criminal es tan mameluco que se presta a confesar sus ofensas en un impreso oficial? Por hacer la coña, el clásico amiguete chistosín ya se aprestaba a poner que «sí», que él venía a por el presidente y era de la camarilla íntima de Hitler, pero un pasajero local le advirtió que con la estúpida broma podía meterse en un jaleo tremendo. Así que cumplimentabas el papel con la formalidad debida, aunque convencido de que aquello era un trámite naïf, estéril.
Esperanza Aguirre, que habla inglés, es una espectadora atenta del mundo anglosajón. De allí copió, por ejemplo, el famoso «nasty party» de su campaña contra Rajoy de 2008, expresión que hizo célebre en 2002 la entonces presidenta del Partido Conservador británico, Theresa May. Ahora la candidata madrileña ha inventado los Test de Honradez para candidatos, que en cierto modo recuerdan aquellas preguntas desconcertantes de los aviones rumbo a Nueva York. Desde diciembre de 2004 a junio de 2011, el afamado emprendedor Francisco Granados fue consejero de Presidencia, Justicia e Interior de Aguirre, quien por desgracia, con su bondad natural, no logró reparar en que tan relevante colaborador era un pícaro que rebañaba la caja pública. Pero hoy ese garbanzo negro no se habría colado en la olla. El nuevo Test de Honradez habría operado preventivamente y evitado todo problema:
—Examinador: «Aspirante Granados, ¿piensa usted cometer alguna chorizada ejerciendo un cargo público?».
—Granados: «Pues sí, señor, ya le digo desde ahora que sí. Voy a por todas. La verdad es que quiero guindar pasta hasta de la construcción de los colegios».
—Esperanza: «Uy, Paco, qué horror, chico. ¡Pero qué cosas dices! Uff, lo siento, pero acabas de catear el Test de Honradez y no te puedo llevar en las listas».
A veces en política se producen extraordinarias y desagradables sorpresas sobre la calidad humana de las personas. Pero normalmente en los partidos, de izquierda a derecha, es del dominio público quién anda en malos pasos, quién posee dachas y berlinas que no concuerdan con sus ingresos de servidor público, o es extrañamente alegre en los procedimientos administrativos. Además, la última reforma del Gobierno incorpora declaraciones de patrimonio al tomar y dejar los cargos. Si se aplican con rigor, serán la manera más eficaz de detectar a los corruptos: ese alcalde recalificador que nada en oro, ese exministro comisionista, ese diputado con tanto seny que en realidad es un turbio lobbysta... El PSOE está harto de saber quiénes son Chaves y Griñán. Lo que de verdad cuesta es asumir el coste político de pasar la bayeta de lejía. La solución habita donde el problema.