vidas ejemplares

Ni una

Las predicciones de algunos gurús son para que se pasen a la petanca

EN tiempos de incertidumbre, cuando todo falla, siempre te quedaban dos certezas: el vozarrón de Van Morrison, en el que el tiempo no hace mella, y los vaticinios de Krugman, Stiglitz, Roubini, Garicano, el FT, The Economist, New York Times y la prensa progresista de cabecera. Pero me temo que ya solo nos queda Van, porque los gurús de guardia han tenido tal nivel de acierto que lo más digno sería que aparcasen la economía y fundasen, por ejemplo, un buen club de petanca.

En la primavera de 2012 la prima de riesgo estaba en 500 (hoy 100), el Ibex en 6.000 puntos (hoy casi el doble) y España era una picadora de empleo en recesión (ahora lo crea y crecerá un 2,8 por ciento este año). Los Nobel de Economía clamaban por el rescate. También lo hacían muchas grandes empresas españolas y diarios referenciales. Con patriotismo cero exigían el jarabe de ricino, pues nada les importaba el sufrimiento de la población si la intervención les servía para financiarse más barato.

En abril, en una entrevista con Javier Tahiri en ABC, Krugman reducía a un 60 por ciento las probabilidades de supervivencia del euro. Al mes siguiente escribió que Grecia saldría del euro en treinta días y España e Italia sufrirían un corralito. Roubini, de profesión sus tremebundas profecías, anunciaba que «España no podrá evitar el rescate», ni saneando sus bancos. James Mirrlees, sabio de Cambridge, Nobel de 1996, apremiaba: «España necesita salir del euro, volver a la peseta, imprimir mucho dinero y utilizarlo en obras públicas». Stiglitz, Nobel de 2008, veía muy probable que España e Italia dejasen el euro. Para dar ánimos añadía que «España y Grecia están en una depresión sin esperanza de recuperación».

La prensa económica anglosajona, que adulamos como papanatas y nos ha tratado miserablemente, apretaba el rejón. The Economist hacía portadas sangrientas, con la «S» de Spain despeñándose sobre un toro moribundo. Financial Times sentenciaba que «España debe pedir ya el rescate». Tampoco han ayudado ante el tema territorial. FT ha contado la historia siempre con mirada nacionalista (recomiendo el editorial «El mensaje catalán», de 2012, y el artículo del pasado noviembre del gurú de Ciudadanos, Garicano, que con temblor de piernas ante el referéndum de cartón piedra de Mas pidió en ese periódico inglés el relevo inmediato de Rajoy para que la vicepresidenta tomase el mando y construyese un «Estado multinacional»). Pero tal vez la pieza más dañina llegó en mayo de 2012, el reportaje en portada del New York Times titulado «España retrocede y busca en los contenedores su próxima comida». Y es que ya se sabe que en EE.UU. no hay homeless ni personas viviendo miserablemente en arrabales de autocaravanas.

Cierto que Krugman tenía razón cuando pedía al BCE programas de compra de bonos, que ahora nos alivian y se retrasaron estúpidamente por un exceso de rigorismo alemán. Verdad también que la feliz bajada del petróleo ha proporcionado oxígeno extra. Pero solo un país de cenizos no reconoce que su población y su Gobierno han sabido salir de una situación agónica y, en lugar de felicitarse, sopesa un harakiri electoral con experimentos con gaseosa.

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