PECADOS CAPITALES
Tania: tic tac, tic tac
La excandidata de IU se enfrenta a tres delitos. Hora de defenderse, sin maquillaje, ni cámaras ni estilismo. Como manda la ley de Rivas
Rivas Vaciamadrid no recuerda nada. Su exalcalde, José Masa; su hoy regidor, Pedro del Cura; el presidente de la mesa de contratación y actual edil socialista, Guillermo Magadán, y el de IU, Marcos Sanz, forman parte del consistorio el 21 de octubre de 2008. Un ayuntamiento de izquierdas de los de toda la vida, allí donde el PP no consigue teñir de azul el cinturón rojo, pese a regar con dinero sus calles. Aquel aciago otoño, Tania y su padre, Raúl Sánchez, ocupan buenas poltronas municipales. La mañana se hace pesada: uno, dos, tres puntos en el orden del día de la Junta de Gobierno local hasta que llega el expediente 123/2008.
Como manda la costumbre, los ediles del Gobierno local despachan las decisiones administrativas desoyendo los consejos de León Felipe. «Que no se acostumbre el pie a pisar el mismo suelo, ni el tablado de la farsa, ni la losa de los templos», decía el poeta en su «Romero solo...» En la Corporación de Rivas sí «hicieron callo las cosas»: aquel día se adjudicaron 137.000 euros con el mismo oficio con el que se expedían permisos de vacaciones a los funcionarios o se mandaba asfaltar una calle. La votación fue unánime: ni una fisura.
Nadie recuerda nada. Ni siquiera por qué no se detectó que la cooperativa Aúpa, receptora de la millonada, era administrada por el hijo y hermano de dos de los ediles. Ni Tania ni su padre se abstienen. Según confiesa ella ahora, su obligación habría sido haber estado más atenta a los puntos que firmaba en las juntas de gobierno. Ni ella ni los demás gastaron un minuto de su tiempo en revisar los pliegos del contrato ni en leer las valoraciones técnicas de los funcionarios. O sí, y ese es el problema. Lo cierto es que no había tiempo para zarandajas. El futuro esperaba a Tania. A la vuelta de la esquina estaba el oasis: una crisis económica, un Gobierno facha y un grupo de corruptos casados con la Banca Suiza iban a convertir España en una auténtica bicoca. Tic tac, tic tac. Se acercaba la vida que siempre había soñado. Hasta que ABC –y en concreto, mi compañero Javier Chicote– refrescó la memoria a Tania. Y no fue uno, ni dos, ni tres; fueron 29 escandalosos contratos sobre los que la esperanza de Rivas estampó su firma. La suma de todos supera los 1,3 millones de euros. Desde entonces, la exedil se ennovió con Pablo Iglesias, se hizo famosa, conquistó una candidatura de Izquierda Unida, se marchó de la coalición y hoy ni está ni se la espera. Bueno, en los juzgados de Arganda del Rey sí. Allí se admitió ayer a trámite la querella del PP contra ella por tres delitos: prevaricación, tráfico de influencias y malversación en los contratos adjudicados a su hermano.
Hora de defenderse. Sin maquillaje, ni cámaras ni estilismo. Como manda la ley de Rivas: con la cara lavada y el mentón alto.