VIDAS EJEMPLARES

Bono

Sus memorias pueden resultar muy interesantes

Luis Ventoso

Un libro de memorias de Bono nunca parece una mala idea. El personaje tiene enjundia. Lo adorna un meritorio ascenso al Olimpo desde unos orígenes que no hacían prever tanto éxito. Padre de cuatro hijos, también resultan reseñables sus firmes y orgullosas convicciones cristianas, infrecuentes en el ámbito donde se mueve. Al margen de la profesión que le dio fama, ha sabido además convertirse en un empresario de éxito, pero sin perder nunca de vista la causa de los necesitados. Por último, el prestigio que ha ido acumulando y su destreza oratoria le franquean los despachos de estadistas de todo el mundo.

Cierto que Bono arrastra sus humanos defectos. Son principalmente el afán de protagonismo y un cierto mesianismo en la promoción de su gran yo. Pero el balance final del personaje resulta muy positivo. Su contribución es relevante y leeremos con interés su autobiografía.

Hablamos, por supuesto, de Paul David Hewson, más conocido como Bono, el celebérrimo cantante de U2, un artista que lo mismo planta el cartel de «no hay billetes» en los mayores coliseos que visita la Casa Blanca para vender sus causas humanitarias. Bono convalece estos días de lo que él ha definido como «un accidente friki», una caída de una bici en Nueva York. Se fracturó varios huesos y le quedará de souvenir un codo de titanio. En el dique seco, sería interesante que se animase a dictar sus memorias. El niño pobre en un Dublín atormentado. El ascenso imparable de U2. La grabación en Berlín de su audaz obra maestra, que nunca ha podido superar («Achtung Baby», de 1991). El trauma de perder a su madre a los catorce, su vertiente de activista, su mesianismo… Hay material para unas buenas memorias, sin duda.

En Madrid, José Bono, también conocido como José «Pepe» Bono, católico, teórico socialista y padre de cuatro hijos, acaba de presentar un libro de memorias para contar su paso por el Ministerio de Defensa, hito señalado en la historia de España, que duró exactamente dos años. En 2012 ya había publicado otro tomo, en el que resumía su vida política, cuyas cimas fueron presidir Castilla-La Mancha y el Congreso. Con tal inquietud grafómana, si llega a haber alcanzado La Moncloa, el admirable Pepe habría necesitado la «Larousse» para hacer un pequeño resumen.

Por el bien de Bono y de la empresa que le paga, le deseamos cordialmente que venda muchos libros. Sin duda tiene su público. Otros observadores vaticinan que, en el futuro, los politólogos que estudien nuestra era acuñarán el concepto del «cantamañanismo aplicado». Bono aparecerá citado con una nota a pie de página. ¿Por qué? Pues porque, tras venderse con hechuras de patriota hasta el empalago, a la hora de la verdad asistió silente a todas las tropelías de Zapatero contra su nación. Bono perdió su pico de oro a cambio de un plato de lentejas.

Duele reconocerlo en público, pero, inmersos ya en el declive de la biología, lo único que nos interesaría de un libro de Bono es que detallase cómo lograr un vergel capilar, ahora que unas entradas inclementes señalan el paso de las horas. Para Bonos, el de U2. No es Dylan, tiene sus cosas, pero a la vera de su primo castizo…

Bono

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación