VIDAS EJEMPLARES

Ellas

Luis Ventoso

A Rajoy no le va el fútbol de ataque. Lo suyo es más bien el autobús del viejo Maguregui: los once bajo de la portería y a asegurar el empate. Luego, si se marca un golete de chiripa, miel sobre hojuelas. Si le gustase el fútbol ofensivo habría explorado otras soluciones. Por ejemplo, presentar a la alcaldía de Madrid a Soraya Sáenz y a la Comunidad a su mejor ministra, Ana Pastor. De paso, podría haber aprovechado para situar en la vicepresidencia al dialéctico más actual y eficaz de su partido, Feijóo, que entiende y asume que en la era de la comunicación instantánea hay que reaccionar a cada envite en tiempo real. Ese movimiento audaz le habría reportado varias ventajas: presentar la mejor candidatura posible para una tarea tan estelar como Madrid, completar la figura emergente de la vicepresidenta con una victoria electoral que aún no posee, e imprimirle nervio político a un gabinete de oradores melifluos.

A pesar del barullo suscitado alrededor de los partidos unipersonales, Rajoy ganará las elecciones. Con el modelo audaz antes citado, las dos personas que se disputarán su sucesión, Soraya y Feijóo, llegarían rodados y seguramente prestigiados. Esperanza y Cristina son hijas de la necesidad. Suponen una solución «razonable», por emplear la jerga del presidente, que ha hecho de tripas corazón y forzado por las encuestas designa candidata a quien le agitó la silla en 2008 (aunque Rajoy es de buena pasta humana, le habrá costado obviar algo así). El dúo rubio se impondrá en las urnas, porque conforman un tándem electoral competente. Esperanza es perfecta para desarticular a Carmona, tertuliano chisposo al que se ve venir a leguas. Aguirre posee remango para la refriega mediática y el público conecta con sus ideas nítidas y sus reflejos coloquiales, como acreditan tres mayorías absolutas. Cifuentes, aunque todavía no ha demostrado nada, aporta un toque de contemporaneidad a un partido con muchos mandos que huelen a alcanfor. Cristina vuelve antiguo a Gabilondo, socialdemócrata parsimonioso y aburrido, cuya única propuesta hasta ahora es justo la que ha desacreditado a su partido: gastar un dinero que no tenemos.

El periplo de Aguirre presenta tintes novelescos. En 2011 gana por mayoría absoluta y un año después dimite por motivos familiares y de salud, para decepción de quienes la habían votado. Ahora, tres años después, vuelve a la liza tras implorar la candidatura. En su mochila arrastra el peso de no haberse percatado de quienes eran Granados y otros golfos que pululaban por sus pagos. Pero es indudable que existe una comunión entre ella y el pueblo de Madrid, que agradece su claridad y su gusto genuino por la libertad.

Nombradas innecesariamente tarde, lo mejor que pueden hacer ahora es elevar la mirada; encerrarse un larguísimo fin de semana en sus casas y reflexionar sobre qué quieren para Madrid, pues en eso consiste la política. La capital de España está a un paso de mirar a los ojos a Londres y París, de convertirse en una de las grandes metrópolis del planeta y tirar de todo el país. De eso deben ir estas elecciones, que en contra de lo que parece, no son un concurso de gracejo.

Ellas

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación