LLUVIA ÁCIDA

Naranjito

Cómo no, Hernando tenía que participar en el zafarrancho de destrucción contra Siutatans

David Gistau

El PP se autodiagnosticó un solo problema relacionado con la «comunicación» que lo hacía un partido antipático en la percepción de la gente. «Nasty», por emplear el adjetivo de Esperanza Aguirre cuando no se resignaba por la súplica de una candidatura. Para resultar más simpático y explicar mejor el maná cotidiano que derrama sobre los españoles, una de las cosas que hizo el PP fue nombrar portavoz parlamentario y ubicar en primera línea de exposición a Rafael Hernando. Vistas sus broncas prestaciones, el nombramiento ha resultado ser como aquel chiste del tipo que entra en una librería: «¿Me vende el libro de cómo hacer amigos, hijoputa?». Empiezo a pensar que es una broma incomprendida de Rajoy: nombrar para las declaraciones y para las negociaciones partidistas a un portavoz afectado de coprolalia. Ni a los Monty Phyton se les ocurre semejante «sketch». Mira que Pablo Casado se dedica a guapear con listeza en las tertulias del sábado noche, sacrificando la edad de conocer chicas y bailar encima de bafles, para que luego Hernando arruine su labor durante la semana reduciendo el discurso del PP a un improperio castizo con palillo entre los dientes.

Cómo no, Hernando tenía que participar en el zafarrancho de destrucción contra Siutatans, esa motita luminosa que al PP le ha entrado en el radar que custodia la parcelita de poder. Ayer lo llamó Naranjito y Diógenes. Lo primero no se lo voy a reprochar, porque ahí Hernando se me revela un compañero generacional igualmente arrasado por aquel Mundial’82 que fue nuestra iniciación en el fatalismo a la española y en el sentido del ridículo como código de pertenencia. Partiendo de la Furia, acabamos en Naranjito: a partir de entonces, todo fue tener que remontar. Tiene mucho mérito que los niños criados bajo Naranjito hayamos logrado, en gran parte, armar vidas normales sin tutelas psiquiátricas. Bueno, Hernando terminó diciendo caca en el PP, no todos íbamos a salir indemnes. Lo de Diógenes, aun tratándose de una cita con más altura, tiene el inconveniente de que se vuelve contra Hernando en cuanto éste acusa a Rivera de buscar votantes con la linterna. Lo que Diógenes buscaba con la linterna eran hombres honestos, precisamente lo que muchos exvotantes del PP han dejado de encontrar en su partido. Por eso ahora aplican la luz de su búsqueda en Siulapans, lo cual representa un grado evolutivo de sabiduría en el camino hacia el cinismo –¡otra vez Diógenes!– que nos vacuna contra la tentación de creer, incluso en Siutralará o cualquier otra concentración de guapos con la única excepción del «rat-pack», donde un feo había.

El reproche peor que el PP hace a Siurriaurriau es su origen catalán. Porque ahí queda expuesto un prejuicio cultural que carga de razón al nacionalismo y según el cual el catalán es un ente de extramuros, colindante con el marciano o con el extranjero, que no puede ocuparse de los asuntos nacionales. Conquistas de Roma sin credencial de ciudadanía. Perdón, siutatanía.

Naranjito

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