VIDAS EJEMPLARES

¡Año 37!

Aunque el tal Bonilla los deje fríos, deberían probar un cambio

Luis Ventoso

Los que somos de la otra esquina del mapa nos quedamos boquiabiertos cuando viajamos a Andalucía, deslumbrados ante las maravillas de la que debería ser la California española. Cuesta imaginar una tierra bendecida con más dones. Una naturaleza privilegiada, hermosísima, con un clima benigno. Un legado monumental y cultural sin parangón en Europa, con la salvedad de Italia. Riquezas naturales evidentes, desde la minería a un campo que es un fértil edén. Una industria turística potente. Una costa extensa, con una ubicación privilegiada en el nexo del Atlántico y el Mediterráneo. Además, es una reserva natural del buen humor y la comunidad con más personalidad, con mucho más hecho diferencial que el País Vasco o Cataluña. Tampoco cabe dudar de la valía personal de los andaluces. Velázquez, Picasso, Falla, Lorca, Juan Ramón, Machado, María Zambrano, Paco de Lucía… La lista desbordaría esta columna y sería incompleta ¿Vagos? Lo dudo muchísimo: ¿quién puso el sudor estajanovista que levantó a Cataluña sino andaluces y gallegos? ¿Incompetentes? España está llena de historias de éxito protagonizadas por andaluces, de presidentes del Gobierno a empresarios listos como el aire.

El resto de España y la UE han hecho un esfuerzo ingente para sacar a Andalucía de su postración. Un tempranero AVE y una Expo en 1992, ubicación intencionada allí de empresas de relumbrón, como Airbus, inyecciones colosales de fondos europeos y subvenciones estatales. Es cierto que se ha logrado evitar una regresión tan comatosa como la del sur de Italia, pero Andalucía sigue mal. Su tasa de paro supera en once puntos la desastrosa media española. Es líder en fracaso escolar, en número de funcionarios y en personas pobres. En ella se han registrado además los dos escándalos más lesivos de nuestra democracia: los robos multimillonarios de dinero público en los ERE y los cursos de formación. Sucedió bajo los gobiernos de Chaves y Griñán, que si lo sabían deberían estar ya en la cárcel, y si no lo sabían, retirados con fórceps de sus escaños-spa y apartados de la política por incompetentes.

Para que Andalucía despegue lo crucial es que su sociedad civil espabile, que cree empresas y muestre allí el ingenio que ha acreditado fuera. Pero sin duda los 31 años de Gobierno socialista han creado una nociva subcultura de la subvención y el chanchullo. Y Susana Díaz sale de ese ADN. De acuerdo: es extremadamente trabajadora, tiene gancho coloquial y es luchadora. Pero no ha trabajado en su vida fuera de la política, necesitó diez años para completar Derecho y su única nómina la ha cobrado del PSOE andaluz, el del maná del dinero público y los manejos turbios. Fue designada a dedo por el corrupto Griñán –¿o es que ahora no es corrupción estar imputado por el Supremo?– y en su año largo de mandato no ha demostrado nada, pues no se le conoce más aportación política concreta que sus ganas de enredar a costa del afligido Sánchez.

Es difícil motivarse con Moreno Bonilla, una decisión un tanto alienígena de la vicepresidenta. Pero los andaluces se merecen descansar de un partido que ha firmado 37 años de fracaso. Probar, al menos una vez, con otra cosa.

¡Año 37!

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación