COSAS MÍAS
Tania y los cinco mitos feministas
La verdadera causa de la fuga de Tania no es la búsqueda de un nuevo mercado electoral, sino su creencia de que sola será capaz de llegar a lo más alto
Todavía este fin de semana, una conocida escritora progresista escribía una apasionada defensa de Tania Sánchez. Porque la culpa de sus males la tendrían los hombres que la rodean y porque lo de su corrupción de Rivas es algo propio de todos los políticos, no sólo de ella. Sí, literalmente, esos eran los argumentos de la importante escritora, a la que voy a hacer el favor de no citar. Porque su increíble panegírico de Tania es producto, me temo, de la enorme fuerza que tienen los mitos feministas. Y una cosa es que la discriminación de las mujeres siga existiendo, y sigue, y otra igualmente cierta es que las fabulaciones feministas mantienen una enorme influencia.
Primer mito, que las mujeres serían más honradas que los hombres, moralmente superiores. Si será fuerte esta mentira que hasta una escritora inteligente disculpa una corrupción de libro, otorgar dinero público a un hermano, porque, dice, «lo hacen todos». Por supuesto, las feministas abonadas a esta ilusión hacen caso omiso del sinnúmero de pruebas en contra. Por ejemplo, los últimos asuntos de dos presidentas, la corrupción de Petrobras que amenaza a Dilma Rousseff o el caso de los negocios del hijo de Michèle Bachelet.
Segundo mito, la izquierda sería más igualitaria que la derecha. No hay más que echar una ojeada al futuro partido de Tania Sánchez, Podemos. Sólo hombres en la cúpula, Iglesias, Monedero, Errejón, tan tradicionales o más que los líderes de los viejos partidos. Tanto que algunos acaban de descubrir asombrados que no llega ni al 20 por ciento el número de mujeres elegidas como candidatas de Podemos en las autonomías. Y de lo de Syriza han preferido no hablar. Un partido que iba a hacer la revolución y ha empezado formando un Gobierno con un cien por cien de hombres, como en los mejores tiempos del comunismo.
Tercer mito, la mujer mandaría de forma diferente al hombre, de manera más dialogante e igualitaria y menos ambiciosa. Esta mentira provoca risa, no hay más que observar a Tania Sánchez, una política enormemente agresiva y con una ambición tan desmedida que ha abandonado su partido para retrasar su imputación judicial y para triunfar. O eso cree ella, como todos los líderes endiosados, en su caso, por la popularidad televisiva que tanto altera la percepción. La verdadera causa de la fuga de Tania no es la búsqueda de un nuevo mercado electoral fuera de IU, como sugiere ella misma, sino su creencia de que sola será capaz de llegar a lo más alto.
Cuarto mito, que la mujer sería víctima de los hombres. De su padre, el otro que daba dinero al hermano desde el Ayuntamiento, y hasta de Pablo Iglesias por ser su novio, escribía la escritora progresista. O que la pobre Tania ni se habría enterado de que daba dinero público a su hermano, o que su imagen es perjudicada por la omnipresencia de Iglesias. Algo que ella misma cultiva, sobre todo para librarse de la imputación judicial o de cualquier ataque de los medios.
Y quinto y último mito, que las mujeres serían más solidarias con las mujeres. Hay tan pocas en la extrema izquierda de Tania Sánchez que a veces cuesta encontrar los ejemplos. Pero es suficiente con observar a la propia Tania. Su enorme agresividad se exacerba cuando compite con una mujer, por ejemplo, en televisión. Le pueden esa agresividad, la ambición desmedida, una concepción distorsionada de sus capacidades, y la corrupción. ¿Muy masculino? Más bien humano.