PECADOS CAPITALES
El suicidio de Izquierda Unida
Tania Sánchez echó un pulso a Cayo Lara antes de mutarse en la alguacil alguacilada
ACayo Lara y a la dirección federal de IU se les plantea mañana un papelón. Tienen dos opciones y ambas les pueden llevar al abismo. La primera, responder a la exigencia de Tania Sánchez de descabezar a sus cargos madrileños, Ángel Pérez y Gregorio Gordo, por gobernar la coalición mientras sus compañeros José Antonio Moral Santín, Rubén Cruz Orive, Ángel Rizaldos González y José Luis Acero Benedicto –ayer imputados por el juez Andreu– se beneficiaban de unas golosas tarjetas opacas en Caja Madrid. La segunda, respaldar a Pérez y Gordo con el razonamiento de que ellos no tuvieron ningún tipo de participación en la prebenda, desautorizando a la propia Sánchez, ella sí ante el riesgo cierto de ser imputada, si prospera la querella del PP por malversación, prevaricación y tráfico de influencias por haber beneficiado a su familia mientras fue concejal en Rivas Vaciamadrid entre los años 2007 y 2011.
La actual candidata de IU a la Comunidad de Madrid se encuentra ante la paradoja sublime de Quevedo en «El alguacil alguacilado». Pactó el pasado diciembre –aupada por su elección en primarias como candidata regional– con la dirección de Cayo Lara la defenestración de los históricos líderes de IU en Madrid con la añagaza de atraer a los sectores descontentos por la connivencia con la corrupción mientras ella guardaba algunos cadáveres en el maletero de su utilitario (de segunda mano, claro). Y además, su planteamiento no era otra cosa que una trampa para imponer la convergencia, en repetido eufemismo, con Podemos. Es decir, el aniquilamiento de la formación tradicional de izquierdas.
Pero IU en Madrid acaba de dar un portazo, con 45 votos a favor y uno en contra, a diluirse como un azucarillo en una plataforma donde su marca halle la tumba política; eso sí, apoya la opción de participar en una coalición siempre que se preserve su identidad y autonomía. Con esta votación sobre la mesa, que supone una enmienda a la totalidad a Lara, el cambio de estrategia tras el fin del acuerdo de gobierno en Andalucía y, sobre todo, el precipicio político y judicial al que se asoma Tania Sánchez, IU tiene en su mano suicidarse, sirviendo de paso al proyecto de unidad popular de Pablo Iglesias en Madrid, perfectamente milimetrado por Tania Sánchez antes de que mutara en el personaje de Quevedo.
Los dos bandos están claros. Por primera vez, la tercera fuerza histórica en Madrid, costalera durante años del Gobierno de Joaquín Leguina, está en riesgo de desaparecer. No ya en intención de voto, como acreditan todas las encuestas, sino físicamente. Aunque PP y PSOE están ausentes del debate –el primero, por incomparecencia de sus candidatos, y el segundo, por desprecio al que fue su gran aliado–, lo que se juega desde hoy es si el tablero de Madrid pasa o no a ser un embrión del Parlamento que salga en las próximas generales. Y algunos parecen no darse cuenta.