PECADOS CAPITALES
Todos contra Pedro
Zapatero y Bono come que te come mientras degluten el liderazgo de Sánchez. Y Carme Chacón resucita
Hace dos meses y medio José Bono convidó a José Luis Rodríguez Zapatero a su casa de Toledo. La excusa, enseñarle al expresidente la Torre y la campana gorda de la Catedral Primada. Dudaron si debían almorzar en un restaurante repleto de turistas llegados para ver la exposición del Greco y disfrutar del cálido otoño de la Ciudad Imperial o comer en el domicilio del exdirigente autonómico. Finalmente, optaron por una reunión doméstica que garantizaba la discreción para una conspiración como Dios manda. Allí se habló de todo, pero sobre todo de Sánchez. De Pedro Sánchez, al que ya los dos veteranos socialistas auguraban como jefe de la oposición menos tiempo por delante que el que llevaba entonces (octubre) al frente del PSOE (fue elegido el 28 de junio de 2014). Lo cierto es que clavaron el negro pronóstico: casi tres meses después el que fuera concejal del Ayuntamiento de Madrid está tocado de muerte, ora por las maniobras de Susana Díaz, ora por las de Zapatero, Bono o incluso Felipe González.
Pero la operación de acoso y derribo tuvo otro hito importante, de nuevo con Zapatero y Bono de actores principales. En plenas vacaciones de Navidad, ambos se citaron –también con el dirigente castellano-manchego de anfitrión– con Pablo Iglesias e Íñigo Errejón, los dirigentes de Podemos, la formación que, según las encuestas, le va a comer la merienda y parte de la cena al segundo partido español. Esta vez fue en Madrid. Ninguno de los comensales socialistas lo comunicó a Ferraz con carácter previo, por tratarse de «una cita personal», adujeron a los íntimos. Pero allí no se habló de literatura ni de la vieja relación de Bono con el padre del líder del grupo populista. O por lo menos, no solo. Se habló de Sánchez. El encuentro, que el segundo presidente socialista no le desveló a su sucesor hasta un mes después (como ayer confirmaba en una entrevista) llegó mucho antes a los oídos del jefe de Ferraz.
De hecho, cuando el 7 de enero, horas después de que dos terroristas islamistas asesinasen a doce personas en el semanario satírico «Charlie Hebdo», en París, un grupo de políticos y periodistas se concentraba ante la Embajada de Francia en Madrid, Sánchez ya conocía que sus compañeros habían reabierto las hostilidades contra él, nada menos que dando carta blanca a sus enemigos en las urnas. Y de forma secreta. Como sabía de la traición, la cara desmadejada de Pedro Sánchez aquel día era un poema. La frialdad con Zapatero fue más que evidente. Sin embargo, el exjefe del Gobierno sí intercambió cierta cordialidad con Juan Carlos Monedero, conocedor del encuentro secreto de su amigo y jefe Pablo Iglesias con los exresponsables socialistas.
Ahora, Sánchez sabe que su enemiga no es solo Susana Díaz. Porque a quien de verdad defiende Zapatero es a Carme Chacón. Dicen que la tapada para acabar con el secretario general.