una raya en el agua
Patucos
Las elecciones son un río en el que Susana Díaz nunca ha nadado: el Jordán de su auténtica legitimidad política
SI Susana Díaz convoca elecciones anticipadas en marzo, encinta de cinco meses, los demás candidatos se pueden dedicar a confeccionarle al bebé en gestación unos patucos de calceta. Dotada de por sí de una singular empatía política, a la presidenta andaluza difícilmente la batirá nadie en una campaña rebozada en los tintes emocionales de la inminente maternidad. El embarazo condiciona, además, un calendario político con el que siempre ha tenido dificultades y tropiezos y que le conviene definir cuanto antes. Su círculo de confianza le aconseja el adelanto para sorprender a Podemos lo más desorganizado posible y despejar el horizonte ante un eventual asalto al liderazgo nacional del PSOE. Más allá de la primavera el panorama electoral va a volverse muy lábil y brumoso.
Pero a Díaz, tan decidida para eliminar adversarios internos, le falta determinación y le sobran dudas a la hora de enfrentarse a unas urnas que nunca ha visitado. Hacerlo en marzo significa ser la primera en testar la fuerza de Podemos, un empeño en el que nadie se ha estrenado todavía. Y el PSOE, por más que en Andalucía conserva gran parte de su fuerza feudal, es una marca en baja, en desgaste. Ahora mismo vence en las encuestas por un margen reducido pese a la escasa consolidación del candidato del PP. Aunque Izquierda Unida, su actual socio, se desinfla, el partido de Pablo Iglesias es una incógnita; sería un mal negocio afrontar el proceso electoral para encontrarse con un aliado menos dócil que IU. Con todo, la principal razón para intentarlo es que mientras más tarde tal vez resulte peor. Tiene hasta el martes de plazo y ese día hay Consejo de Gobierno, el escenario adecuado para dar por disuelta la legislatura. Bajo su discurso de estabilidad se la nota en las distancias cortas bastante proclive a lanzarse a un río en el que jamás ha nadado: el Jordán de su verdadera legitimidad política. En esos seis días mantendrá la expectativa; si hay algo que le gusta es ser protagonista de la opinión pública.
Al fondo de esta estrategia hay un personaje al que conviene no dar por amortizado. Se llama Pedro Sánchez y ayer retó a Susana a presentarse a unas primarias en julio, sabedor de que les tiene aversión, si no pánico. Juega con ventaja porque es el mes en que Díaz estará de parto. El líder socialista confía en salir reforzado de las municipales y autonómicas de mayo y si no se descalabra en ellas será difícil impedirle ser candidato. He aquí un argumento razonable para el feminismo: el bebé puede frenar las aspiraciones de una mujer con dotes y proyección de mando. Aunque quizá no tanto como sus propias vacilaciones para manejar los tiempos. Le quedan unos meses cruciales en los que no tendrá margen de error. Puede convertirse en la gran esperanza de la socialdemocracia posfelipista… o en la prometedora viajera que veía pasar los trenes sin atreverse a subir en ellos.