HORIZONTE

Avergonzarse de dónde vienes

EMPECEMOS por el principio: nunca en mi vida he piropeado a nadie que no sea mi legítima. Más que nada por vergüenza: ni tengo gracia ni tengo ingenio suficiente ni sé hacerlo. Probablemente a los santanderinos eso se nos ha dado siempre mucho peor que a los andaluces. La España plural.

Pero creo no haber perdido del todo el sentido común. La corrección política puede llegar a extremos de tanta estupidez como para acaparar titulares en medio de la crisis provocada por la ofensiva islamista sobre Occidente. Ayer, doña Ángeles Carmona, presidenta del Observatorio contra la Violencia de Género del Consejo General del Poder Judicial declaró que «el piropo supone una invasión de la intimidad de la mujer y debe erradicarse».

¿Para qué necesita el CGPJ un Observatorio contra la Violencia de Género? La respuesta viene hoy avalada por los hechos: para que su presidenta se gane la vida denunciando el piropo a las mujeres. Literalmente. El Centro de Investigaciones Sociológicas, en su estudio del mes de diciembre, nos informa de que el paro es un asunto que preocupa al 75,5 por ciento de los españoles; los problemas económicos al 24,9 por ciento; la corrupción al 60 por ciento; los problemas relacionados con la mujer... al 0,0 por ciento. Claro que como la señora Carmona considera que el piropo conlleva invasión de la intimidad, podría entenderse que es un caso de violencia y ahí la estadísitica que nos desvela el CIS es muy diferente: el porcentaje de españoles que considera la violencia contra la mujer un problema se eleva al... 1 por ciento. Lástima que el CIS no tenga presente la sensibilidad de la señora Carmona y nos desglose qué porcenaje de ese uno por ciento considera el piropo como violencia. Aún así, me pregunto por qué en estos tiempos de apuros económicos el Estado sigue gastándose nuestro dinero en un Observatorio contra la Violencia de Género en el CGPJ, cuando también pagamos con nuestros impuestos la oficina de una delegada del Gobierno contra la Violencia de Género, Blanca Hernández Oliver, que hace un excelente trabajo sin buscar titulares a toda costa.

Tal vez la señora Carmona diga estos disparates porque se quiere hacer perdonar el origen de su nombramiento. Ella es una secretaria judicial que llegó a CGPJ a propuesta del PP. Y eso, entre las feministas, está muy mal visto. Claro que uno se pregunta por qué no la propondrían otros partidos si tanto quiere congraciarse con ellos.

En ún día como ayer, en que Radio Nacional consideró necesario entrevistar a Carmona para conmemorar el décimo aniversario de la Ley Integral contra la violencia de Género, ella podía haber dedicado la mayor parte de la entrevista a denunciar la violencia que padecen mujeres musulmanas a manos de sus maridos. Pero eso no te congracia con la progresía. Es mucho mejor felicitarse por la ley de Zapatero contra la violencia de género. Pero sin excederse. Porque dado que esa violencia sólo es percibida como problema por el 1 por ciento de los españoles, lo que la señora Carmona podía hacer es dimitr de su cargo y pedir la disolución de ese chiringuito. Como, con la perspicacia que me caracteriza, sospecho que no lo va a hacer, le haré una confesión por si quiere denunciarme. Nunca he verbalizado un piropo, pero los lancé muchas veces, a señoras guapas, por medio de sonrisas. Incluso tuve hasta no hace mucho una novia que padecía incontrolables ataques de celos por mis sonrisas. Violencia de género, supongo...

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