LLUVIA ÁCIDA

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También aparece Pablo Iglesias cuando se retira el casco el primer cosmonauta enviado al espacio

David Gistau

Si se observa con atención alguna grabación de la época, resulta que el único diputado de la izquierda que permanece gallardamente enhiesto durante el tiroteo del 23-F es Pablo Iglesias. La historia se lo atribuyó por error a Carrillo. Si se observa con atención, resulta que la persona que, subida a una farola de la Puerta del Sol, ondea una tricolor durante la proclamación de la segunda república en abril de 1931 es Pablo Iglesias. Si se observa con atención, resulta que el pasajero que, con el entrecejo tenso por la abrumadora responsabilidad de lo que va a desatar, desciende de un tren en la estación de Finlandia en abril de 1917 no es Lenin, sino Pablo Iglesias. También la momia de la Plaza Roja es Pablo Iglesias. Si se observa con atención, resulta que el rostro que se apareció en una tostada es el de Pablo Iglesias. Si se observa con atención, resulta que el verdugo que muestra al público la cabeza cortada de Luis Capeto no es Henri Sanson, que demasiado tiempo ha permanecido en la historia por una hazaña robada, sino Pablo Iglesias. Si se observa con atención, resulta que el héroe de la Unión Soviética que clava la bandera de la hoz y el martillo en el tejado del Reichstag durante la caída de Berlín es Pablo Iglesias. También aparece Pablo Iglesias cuando se retira el casco el primer cosmonauta enviado al espacio al que, erróneamente, la historia se ha referido durante demasiados años ya como Yuri Gagarin. Si se observa con atención cualquier concierto de los Rolling Stones, resulta que Pablo Iglesias está al mismo tiempo en la guitarra, en el bajo, en la batería, en la voz y en primera fila como «gruppie» de sí mismo. Ahí se multiplica, muchas «gruppies» de sí mismo, infinidad, un estadio. La siguiente es obvia. Si se observa con atención, resulta que Pablo Iglesias es el hombre con una boina calada que contempla con disposición guerrera el horizonte de Bahía Cochinos mientras Korda lo encuadra con su cámara sin sospechar siquiera que está a punto de crear un póster universal.

Si se observa con atención, resulta que el ser providencial que entra en Jerusalén montado en un borrico, acechado por los centuriones de la casta, mientras los círculos se reúnen para saludarlo con palmas y hosanas es Pablo Iglesias. Si se observa con atención, el hombre en albornoz rodeado de mujeres neumáticas que da una fiesta en su piscina no es precisamente Hugh Hefner. Si se observa con atención, resulta que el tribuno de la plebe que se refugia en el Aventino para que no lo asesine la casta senatorial no es un Graco en realidad, sino Pablo Iglesias, como también es Pablo Iglesias el esclavo sublevado y finalmente crucificado por Craso en la Via Apia al que Arthur Koestler dedicará una biografía seminal de los movimientos redentoristas europeos. En definitiva, sólo su insondable humildad ha hecho que Pablo Iglesias vindique únicamente el Pásalo. Ah, casi olvido lo de la penicilina: si se observa con...

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