HORIZONTE
Ocurrencias marxistas
El problema es que por esta vía nos estamos cargando el tejido social de España
HABRÁ que reconocer que Pedro Sánchez es un verdadero epígono del mejor marxismo. El Gobierno Rajoy da el paso de hacer públicos los sueldos de la inmensa mayoría de los altos cargos de la Administración y eso genera una sorpresa enorme: 285 de esas personas que ejercen funciones relevantes cobran más que el presidente del Gobierno –al que suponemos el más relevante de todos ellos. El sentido común indica que habría que plantearse si tal vez eso no es una prueba más, verdaderamente palmaria, de que en España el ocupante del Palacio de la Moncloa está pésimamente retribuido. Y tal vez podríamos aprovechar este argumento incontestable para mejorar el magro salario del jefe del Gobierno. Pero Sánchez no está para esas zarandajas. Con el mejor radicalismo de ultraizquierda en los labios propone bajarle el sueldo a los 285 que aventajan a Rajoy. En lugar de igualar por arriba, este propone igualar por abajo. Al ritmo que lleva, se va a pasar de frenada y acabará adelantándole Pablo Iglesias por su derecha.
Tiene contado José María Aznar el día que estaba de visita en el rancho de Texas de George Bush (con perdón por mentar la bicha). En un rato de solaz, el americano preguntó al presidente del Gobierno español cuál era su sueldo. Contestó Aznar: «Algo menos de 80.000 euros». Preguntó Bush «¿Al mes?» Replicó Aznar al incrédulo: «Al año». Sucedió el silencio que deja el desconcierto insuperable.
A mí no me sorprende que un diplomático, que forma parte de un cuerpo de altos funcionarios del Estado tenga una sustancial mejora de sus retribuciones cuando asume el cargo de secretario de Estado. Es absolutamente lógico que Ignacio Ybáñez, secretario de Estado de Asuntos Exteriores y Cooperación haya visto mejorados sus emolumentos hasta llegar a los 115.351 euros al año. Lo que es incomprensible es que su ministro cobre sólo 68.981 euros. Porque a diferencia del secretario de Estado, que es un funcionario y que el día que deje de ocupar el cargo podrá seguir ejerciendo sus funciones de diplomático porque no incurre en incompatibilidad, el ministro de Exteriores sí tiene que someterse a una panoplia de salvedades profesionales que complican su vida futura. Y eso por haber recibido un magro sueldo.
Como bien decía ayer la portada de ABC, Sánchez tiene ocurrencias. Y debe de creer que le hacen popular –lo que suele ocurrir con las iniciativas populistas. El problema es que por esta vía nos estamos cargando el tejido social de España. Tenemos la clase política peor pagada de la UE, sólo superada en tan escasamente deseable escalafón por Grecia. Podemos seguir denostando a nuestros políticos a ver si conseguimos que la Cibeles se parezca a la plaza Syntagma en tardes de grandes glorias. Y así podríamos ver cómo se convocan unas elecciones como las que ahora llegan en Grecia, con Syriza encabezando los sondeos. Pero lo único seguro a día de hoy es que cada vez vamos a tener una representación peor en los cargos públicos. Dígame usted, a este precio, quién está dispuesto a renunciar a una empresa o a un despacho de abogados de mercantil o al consejo de un gran banco para irse a cobrar una ínfima parte y tener que aguantar el desprecio de la opinión pública, que a tus niños les señalen en el colegio como prole de delincuente y tener que declarar en la próxima versión aumentada de la Ley de Transparencia la paga semanal que otorgas a tus hijos menores de edad y si lo haces por transferencia bancaria o en efectivo en cuyo caso serás señalado por efectuar pagos en dinero negro. Al tiempo.