COSAS MÍAS
Tania y la propaganda progresista
A la derecha le falta un mensaje más contundente de sus políticos, pero esos políticos pueden al menos presumir de que ganan elecciones
El caso Tania Sánchez es un buen ejemplo de la eficacia de la propaganda progresista y un excelente indicador de lo que ocurre habitualmente en la confrontación de mensajes e ideas entre derecha e izquierda. Que pierde casi siempre la derecha. Que tiene un problema, estructural, que va mucho más allá del insuficiente discurso político del Gobierno.
El caso Tania Sánchez, la política de IU y novia y compañera ideológica de Pablo Iglesias, de Podemos, se resume así: hace varias semanas que Javier Chicote está ofreciendo en este periódico numerosos datos sobre los comportamientos no éticos y presuntamente corruptos de Tania Sánchez y de su familia en el ayuntamiento madrileño de Rivas. Adjudicaciones de más de 800.000 euros a la empresa del hermano a través de ella misma y de su padre, también concejal, con la intervención de una empleada antes vinculada a la sociedad del hermano, pisos de protección oficial para varios miembros de la familia que luego se revenden a un precio muy superior, etc. Es decir, ingredientes que recuerdan a otros casos famosos de corrupción relacionados con ayuntamientos como Gürtel o Púnica.
A pesar de todo lo cual, Tania Sánchez y Pablo Iglesias mantienen una enorme presencia en los más diversos medios de comunicación para denunciar la falta de ética y la corrupción de la derecha. Y lo hacen, no sólo con el silencio de todo el progresismo sobre sus propios casos de corrupción, sino con entusiasmo por las figuras de ambos. De tal manera que, cuando se produce un debate sobre la corrupción como el de la semana pasada, la derecha se queda sola frente a un progresismo en bloque que incluye a los compañeros de Tania y que recibe ayudas de partidos como UPyD, y Ciutadans si estuviera en la Cámara, siempre deseosos de tener buena entrada en los círculos progresistas. Y, por supuesto, con el bloque progresista de los Sánchez, Tania o Pedro, dando lecciones de moral a la derecha.
Si ocurre lo anterior, se debe no al escaso discurso político del Gobierno, sino a la debilidad del liderazgo de ideas en la derecha, en los medios de comunicación y en los debates intelectuales en general. Por un problema de número, sobre todo, los progresistas son muchos más. Y por un problema de actitudes. La intolerancia de los medios progresistas hacia líderes de la derecha frente a la infinita tolerancia de una derecha que es capaz de acoger y hasta de ensalzar a Wyoming, ese rico propietario de 19 inmuebles y fustigador de todo político, empresario o periodista de la derecha. Luego, está esa tendencia de la derecha a despedazarse a sí misma, ahora, por ejemplo, con esos círculos conservadores movilizados contra el Gobierno. Y, después, los complejos propios de la minoría. Complejos a partir de los cuales la propia derecha en el poder tiende a promocionar o a premiar a representantes de la izquierda con resultados como los lamentables sopapos de algunos artistas a Cultura. Buscan la legitimidad que da el abrazo progresista y se encuentran con el ninguneo y la ridiculización patética del airado rechazo.
A la derecha le falta un mensaje más contundente de sus políticos, pero esos políticos pueden al menos presumir de que ganan elecciones de vez en cuando. Los líderes intelectuales de la derecha, sin embargo, viven en una minoría permanente. Arrinconados hasta por Tania Sánchez y Pablo.