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La Fiscalía alerta: los narcos explotan con fuerza el espacio aéreo

Con el accidente de Lebrija, ya son cinco los individuos vinculados al narcotráfico muertos en menos de un año en la ruta más peligrosa

CÁDIZ. Actualizado: Guardar
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No es nada nuevo el uso del espacio aéreo como ruta para los traficantes de hachís y de cocaína. En el año 2000, el que fuera director general de Policía, Juan Cotino, posaba ante un helicóptero que había sido utilizado por una banda que abrió una conexión clandestina entre la Sierra de Yeguas (Málaga) y Marruecos. Hace casi doce años de esa operación, que dio a conocer a la opinión pública algo que los grupos de investigación de los cuerpos policiales sabían de antes: el hachís también vuela por el Estrecho como alternativa a los férreos controles marítimos. Sin embargo, esa realidad que se vislumbró en el año 2000 ha dejado de ser algo anecdótico y puntual y ya es una verdad oficial, reconocida y temida en la provincia. En el último año, el narcotráfico por aire ha repuntado con fuerza. Lo advierte en su memoria de 2011 la Fiscalía Antidroga.

Una prueba de sangre de la intensa actividad delictiva que se desarrolla en el aire es el número de personas, vinculadas al narcotráfico, que han fallecido en la ruta más peligrosa. En menos de un año se han registrado dos accidentes mortales en esta provincia. En los dos casos, un mismo tipo de helicóptero -modelo Alouette de los años 70- se estrella y sus ocupantes mueren llevándose consigo los detalles de unos vuelos sospechosos. En ambos casos ya no hay dudas: se trataban de viajes ordenados por organizaciones criminales, que explotan el aire para transportar sus cargamentos. La puerta de entrada a Europa sigue siendo Cádiz, no su litoral sino las pistas forestales y los campos de la Sierra gaditana.

Las bandas que la Guardia Civil ha desarticulado hasta la fecha, con miembros de múltiples nacionalidades, han demostrado que buena parte de la droga termina, sobre todo, en la Europa del Este, donde el hachís se paga más caro que en España.

El primer accidente se registró en abril del año pasado. Un helicóptero calcinado es descubierto en una finca entre Medina y la pedanía de Los Naveros. En el interior, los cuerpos de dos hombres son recuperados. Nadie sabía de dónde había partido la nave, no tenía plan de vuelo ni siquiera se tenía certeza de cuándo pudo sufrir el accidente. Las autopsias a los dos fallecidos revelarían que eran ciudadanos del Este y que llevaban muertos entre cinco y seis días. La Guardia Civil peinó durante días la zona en busca de droga. Ni rastro.

El piloto lituano

El pasado martes, otro helicóptero del mismo modelo, destartalado, pintado para camuflarse en la oscuridad, sin matrícula y que no había comunicado su plan de vuelo a ningún aeródromo se caía entre Lebrija y El Cuervo (Sevilla). Tres personas que viajaban dentro fallecen al instante. Pocos dudaban el martes de que la nave debía estar vinculada al narcotráfico porque nadie reclamaba ni los cuerpos de las víctimas. Sin embargo, si cabía alguna duda, ésta se disipó por completo con la identificación de los cadáveres. Los finados son dos ciudadanos españoles y un lituano. Éste último ejercía de piloto y tenía experiencia en este tipo de vueltos de alto riesgo. Ya fue detenido en octubre pasado en Benalmádena implicado en otro transporte de 700 kilos de hachís en La Janda, confirmaron fuentes policiales. Alexander G., de 29 años, quedó en libertad con cargos y su muerte, al mando de otro helicóptero, certifica que nunca abandonó el negocio.

Estas muertes no son la única prueba del tráfico intenso de droga que sobrevuela a los gaditanos. Las espectaculares operaciones desarrolladas por el Instituto Armado, en cuando a efectos intervenidos y número de detenidos, demuestran que la amenaza es importante. Desde la Guardia Civil reconocían en junio del año pasado, al cerrarse con éxito una persecución de nueve horas por el aire, que los grupos de investigación ya habían detectado hace un año que las bandas organizadas, y que cuentan con medios suficientes, estaban recurriendo a viejas rutas aéreas ante los numerosos alijos que perdían en el mar.

La capacidad operativa de estas organizaciones es grande. En 2011 los cuerpos policiales -como indica en su memoria el Ministerio Público- les incautaron diez aeronaves, 48 embarcaciones y 499 vehículos. Los helicópteros no son los únicos que sirven de transporte, los agentes también han decomisado avionetas y ultraligeros.