El patriarca de Nueva Rumasa, José María Ruiz-Mateos, hace el gesto de la victoria ante los periodistas que pedían sus explicaciones. :: EFE
Economia

«Si no pudiera pagar a los inversores me pegaría un tiro»

Nueva Rumasa, del clan Ruiz-Mateos, inicia el camino hacia la suspensión de pagos de las diez empresas más destacadas del grupo

MADRID. Actualizado: Guardar
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El segundo 'imperio' fundado por José María Ruiz-Mateos hace agua. El veterano empresario, que sufrió la expropiación de Rumasa el 23 de febrero de 1983, hace casi veintiocho años, no puede hacer frente a los compromisos de pago y las deudas de las empresas que forman su actual conglomerado, bautizado como Nueva Rumasa. Por eso ha iniciado los trámites que pueden conducir a la suspensión de pagos de una decena de sus compañías más destacadas, desde la industria de productos lácteos Clesa a la chocolatera Elgorriaga, pasando por el club de futbol madrileño Rayo Vallecano, la hotelera Hotasa, la Quesería Menorquina (la marca El Caserío) o los bombones Trapa.

Lo anunció el patriarca, rodeado de los seis hijos varones que hacen piña con él en sus empresas, en una conferencia de prensa que en algunos momentos adquirió tintes dramáticos. «Si no devolvemos hasta el último euro a nuestros inversores, a las personas que en un gesto de bondad y confianza han depositado sus ahorros en nuestros pagarés, me pegaría un tiro en la cabeza, si es que la fe que profeso me lo permitiera», declaró Ruiz-Mateos. La condición de católico confeso del presidente sirve de matización a este reto.

Todo no está perdido todavía, porque el procedimiento concursal abre camino a una negociación con los acreedores. Durante tres meses, Nueva Rumasa intentará convencerles de que no es insolvente y podría pagarles si aceptaran determinadas condiciones, desde aplazamientos a quitas. Vencido este plazo, y una vez presentada la solicitud de concurso en los siguientes 31 días, todavía quedará un margen de dos meses adicionales para dialogar. «Vamos a acometer una importante reestructuración que garantizará el cumplimiento de los compromisos adquiridos y también la viabilidad futura», insistió el presidente, quien atribuyó buena parte de los actuales problemas a la «bestial campaña» que, a su entender, se ha llevado a cabo contra su grupo de empresas.

A la caza del inversor

Pero el escaso éxito de esas iniciativas para captar fondos de particulares emprendidas por el grupo empresarial en los últimos tiempos, a las que se refirió el presidente, apuntan a la existencia de serias dificultades para salir adelante. Esas propuestas, que prometían elevada remuneración, levantaron todo tipo de recelos. La Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) ha prodigado las advertencias -recordando que no todas las empresas respondían de los compromisos formulados, por no tratarse de un grupo consolidado- e incluso promovió algunos cambios regulatorios para que determinadas prácticas no pillaran a los inversores poco informados.

Nueva Rumasa lanzó primero pagarés con una retribución anual del 8% y una inversión mínima de 50.000 euros, y promovió una fuerte campaña publicitaria que denominó una oportunidad «extraordinaria y única». Un real decreto del Gobierno de abril del pasado año puso coto a la falta de información y transparencia de este tipo de colocaciones, que no tenían obligación de registrar un folleto en la Comisión Nacional del Mercado de Valores.

A partir de este cambio, este producto de inversión, publicitado y dirigido a particulares exigió su colocación mediante un intermediario financiero y se puso bajo el paraguas del Fondo de Garantía de Inversiones, que asegura el reembolso de hasta 100.000 euros. El grupo de Ruiz-Mateos cambió de estrategia y promovió para Clesa y Dhul ampliaciones de capital, que no requieren permiso de la CNMV, aunque no comprometen rentabilidad ni aportan títulos negociables. Con todo, el supervisor del mercado de valores insistió en sus advertencias acerca de estos lanzamientos, invitando a los inversores a informarse al máximo de la situación de las sociedades implicadas.

No hay cifras oficiales sobre los particulares que apoyaron con sus ahorros los planes de Nueva Rumasa. La página web de la compañía menciona que más de 5.000 inversores confiaron en las empresas del grupo. En esta nueva etapa, Ruiz-Mateos y su extenso y compacto clan familiar emprendieron la reconstrucción del grupo empresarial. Empezaron por las bodegas, continuaron por la compra del club de futbol Rayo Vallecano y prosiguieron con la recuperación de Chocolates Trapa. El nuevo conglomerado creció poco a poco, hasta su actual constitución. Diez de las principales empresas, Clesa, Garvey, Hotasa, Dhul, Elgorriaga, Ibramer, Trapa, Carcesa, Quesería Menorquina y el Rayo Vallecano, se han acogido ahora al procedimiento concursal.