La clausura de la plaza de toros , noticia que adelantaba ayer LA VOZ, ha generado un lógico revuelo en el mundo de la fiesta nacional. No son pocos los que andan ciertamente preocupados por el futuro del coso de la calle Circo. De hecho, un grupo de empresarios taurinos, que aún no quieren desvelar sus nombres, están dispuestos a hacerse cargo de las instalaciones y pagar, incluso, la reforma que precisan si el propietario, Pedro Balañá, quiere llegar a un acuerdo con ellos. El mundo del toro y la ciudad, no obstante, deberían tomarse en serio lo que está sucediendo con la plaza jerezana si no quieren que la medida decretada por la Junta de Andalucía suponga el principio del fin para sus 110 años de historia.