El concepto de buque-escuela como unidad destinada primordialmente a la instrucción y formación de alumnos a bordo, no surgió en España hasta 1862, año en el que la fragata Esperanza, antecedente más remoto del actual Elcano, es destinada a ese cometido junto a las corbetas Villa de Bilbao, Santa María y Trinidad. Esta última, de cuatro cañones, desempeñó el servicio de buque-escuela hasta 1869. Había sido construida cinco años antes y su último comandante en este cometido fue el capitán de fragata Manuel Pasquín y de Juan.
Es curioso constatar la exposición de motivos hecha por Topete para la elección del lugar donde habría de emplazarse la proyectada Escuela Naval flotante y que denota una profunda preocupación por la formación del joven alumno. Dice así: «Situado Ferrol en nuestras costas del Norte, donde el vendaval es perenne durante su largo, húmedo y nebuloso invierno: donde la inquietud del mar y la violencia de los vientos perturban con frecuencia las aguas de su rías y sus puertos; cuyo nublado cielo y oscurecido horizonte, prestándose difícilmente a las observaciones en que se basan los cálculos científicos, no sólo ofrecen inclemencias del cielo que fortalecen el vigor físico y moral del alumno, sino que le acostumbran a abismar la mirada entre las nubes, aprovechando su primer descuido para determinar por la vista de una estrella su situación en los mares; parece designado por la Naturaleza como el plantel en que han de formarse los hombres destinados a vivir en ella».
No se hacían por lo tanto concesiones a la comodidad y, a mayor abundamiento, su reglamento establece un duro horario de actividades, que hoy sería prácticamente muy difícil de aplicar.
Se levantaban a las 5.30 horas y la jornada finalizaba a las 21.30 horas.