Unas doscientas personas presenciaron la noche del viernes el concierto de los Mojinos Escozíos, que presentaban en Jerez su último disco Con cuernos y a lo loco, de ahí la indumentaria vikinga de los integrantes del grupo. Se vendieron entradas en la taquilla del Campo de la Juventud hasta última hora pero la respuesta de los jerezanos no fue lo que se esperaba para el primer concierto programado por la Delegación de Juventud y Fiestas para la temporada de verano. Eso sí, los que no quisieron perderse a El Sevilla y su troupe no dejaron ni un minuto de corearlos y animar el ambiente.

El cantante y líder de los Mojinos, Miguel Ángel Rodríguez, es decir, El Sevilla, afirmó minutos antes de que comenzara el concierto que «ya era hora de que tocáramos en Jerez, porque hemos estado en otros pueblos de la provincia». De hecho, la última actuación del grupo en la ciudad fue hace la friolera de ocho años en Ifeca. «Estamos contentízimos de estar de nuevo en esta ciudad y lo vais a notar en cuanto subamos al escenario», aseguraba la banda. «Vinimos hace ya ocho años, sustituyendo al grupo de heavy metal, Motorhead, y pocos días después esperábamos a que Isabel Pantoja bajase de un escenario para actuar nosotros tras ella. Son las cosas del rock, y esa semana en Jerez nos marcó para toda nuestra carrera».

El grupo llegó al recinto en un autobús de dos plantas y unos minutos después de que el grupo Los dominios del lobo terminaran su actuación, al filo de las doce de la noche, irrumpieron en el escenario en medio de pequeños juegos pirotécnicos.

Estilo propio

«¿Teneis prisa?», es lo que preguntaba constantemente al público el Sevilla. «A ver quién aguanta más, si vosotros pidiendo canciones o nosotros tocando», vacilaban Los Mojinos.

La noche transcurrió entre música y teatrillos. Las canciones, al más puro estilo mojinos, bases de rock clásico que marcaban las dos guitarras, bajo, teclista y batería, donde El Sevilla, la voz del grupo, hacía uso de sus melodías pegadizas y letras sarcásticas llenas de humor. Entre canción y canción, o en medio si hacía falta, daban paso a los sainetes. El Sevilla se encargó de bromear con el resto de componentes y sus esposas, y de paso cargaba duramente con los grupos pop de moda en las listas de ventas, por los que parece no tener mucha simpatía.

Así, poco a poco, los ánimos fueron decayendo hasta que por mutuo acuerdo entre público y banda, concluyeron el concierto tras un par de típicos bises, no muy insistidos por parte de los asistentes, con lo que todos salieron satisfechos.