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Jueves, 6 de julio de 2006
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CALLE PORVERA
un puntazo
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Lo que me faltaba: mi carné de conducir se ha convertido en una especie de bonobús antiguo, de esos que picaba el revisor -soy antediluviana- o el chófer en el autobús. ¿Con el trabajito -y las valerianas, y hasta el Trankimazin- que me costó aprobar el maldito examen práctico, y ahora resulta que puedo perderlo en menos que canta un gallo!

Eso mismo parece que piensa la mayoría de los conductores que, con eso de la novedad, están siendo más prevenidos que de costumbre. Contemplo a la gente al volante de sus coches con sus cinturones perfectamente abrochados, señalizando cada giro y cada cambio de carril, haciendo sonar el claxon tímidamente, mirando con discreción y cierto recelo, de reojo, por si asoma la Policía Local o la Guardia Civil reflejados en los retrovisores.

Sólo se reservan los arriesgados conductores ciertos momentos de tensión cuando realmente ven peligrar los puntos de su carné, como ocurrió el otro día enfrente de El Gallo Azul, cuando un hombre y una mujer empezaron suplicando y acabaron increpando a un policía local que había avisado a la grúa porque su coche estaba mal estacionado. La pareja decía una y otra vez que pagaba lo que hiciera falta, allí mismo, con el taco de billetes en la mano: todo menos la correspondiente multa, y ya no por pagarla, sino por contemplar cómo los puntitos descienden de sus permiso de conducción.

Supongo que esto será hasta que nos acostumbremos. Pero sería un puntazo que con esta ley tan europea todos respetáramos los límites de velocidad, los pasos de cebra, los aparcamientos, los semáforos, las señales,... Y todos fuéramos amigos, y no hubiera guerra en el mundo,...



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