Los tratados de criminología explican que un asesino en serie es el que reincide en sus crímenes al menos en tres ocasiones y con un cierto intervalo de tiempo entre cada uno. Suelen ser paranoides, psicóticos o psicópatas con conductas antisociales: se aíslan de la sociedad y tratan de vengarse de ella. matan en contacto directo con la víctima: utilizan cuchillos, estrangulan, golpean, pero casi nunca usan armas de fuego. Sus crímenes son una especie de ritual. Los científicos no han confirmado plenamente la teoría de que los asesinos en serie pueden responder a una alteración genética, no hereditaria que los hace extremadamente agresivos: tendrían 47 cromosomas en lugar de los 46, veintitrés pares, que son los normales.

En 1962, dos equipos de investigadores dirigidos por los profesores Jacobs y Brown revelaron en la revista Nature, 197 casos de pacientes recluidos en un hospital de Escocia por conducta criminal que poseían el cromosoma XYY, llamado también de Lombroso o de la criminalidad. Desde entonces se ha encontrado muchos homicidas que portan ese cromosoma. El descubrimiento ha llevado a plantear la posibilidad de que su condición pueda ser eximente o atenuante de sus delitos. Los criminólogos, sin embargo, sostienen hoy que la base genética no es suficiente para determinar la conducta criminal y que son factores externos, socioeconómicos, ambientales y culturales los que impulsan a la desproporción entre el alteración y la respuesta.

La Policía catalana detuvo el martes a la mujer sospechosa de haber matado a tres ancianas en las últimas tres semanas e investiga su posible implicación en otra muerte y en el intento de asesinar al menos en otras cinco ocasiones. Dicen los investigadores que nunca habían visto una homicida capaz de actuar tan seguido. Quizá sea el momento de volver a plantear si este tipo de crímenes tiene una causa genética o son sólo producto de los difíciles tiempos que nos ha tocado vivir.