El gabinete restringido de seguridad israelí que preside el primer ministro, Ehud Olmert, aprobó ayer un paquete de medidas militares que se aplicarán «de manera gradual» a partir de ahora contra la franja de Gaza en respuesta al disparo de un cohete Qasam contra la ciudad de Ashkelón en la tarde del martes.
Olmert está enfurecido con Hamás por el cohete Qasam que el martes dispararon los milicianos contra Ashkelón, una ciudad donde viven más de 100.000 personas. Éste fue el primer proyectil que cayó en el centro de la ciudad mediterránea y, según un ministro hebreo, implica que los fundamentalistas han conseguido desarrollar tecnológicamente los cohetes hasta lograr que alcancen un radio de nueve kilómetros.
Entre esas providencias figura la ampliación de lo que el Gobierno hebreo denomina 'zona de exclusión', una extensa área en el norte de la Franja en la que no pueden entrar los palestinos y que la artillería, la aviación y la marina bombardean constantemente. De momento no se creará ninguna 'zona de seguridad' similar a la que existió en el sur de Líbano y de la que guardan infausta memoria judíos y libaneses, ya que en la 'zona de exclusión' no habrá una presencia militar constante a largo plazo, pues los bombardeos se harán desde el interior de Israel.
Bombardeo de ministerios
En un comunicado divulgado al término de la reunión gubernamental se afirma que el Ejército debe iniciar una larga batalla, «centrándose en las instituciones e infraestructuras que ayudan al terrorismo». Los bombardeos de los últimos días indican que entre los objetivos están los ministerios palestinos -el del Interior volvió a ser atacado ayer causando heridas a cinco personas-, así como escuelas financiadas por Hamás y la Universidad Islámica.