Valencia intentó volver ayer a la normalidad con la reapertura total de los 90 kilómetros de la línea 1 de metro, donde ocurrió el accidente. Sin embargo, la recuperación de la arteria ferroviaria no sirvió para olvidar una tragedia que seguía bien presente en el nerviosismo y la ansiedad de los viajeros.

Los operarios de Ferrocarrils de la Generalitat Valenciana (FGV) trabajaron a destajo para retirar los restos de los dos vagones accidentados. Sin embargo, no pudo reabrirse la red completa de metro, porque no pudieron despejar a tiempo uno de los ramales de la línea 5, que no resultó dañado en el accidente, pero que se utilizó para evacuar material. La suspensión de esa línea aumentó la desazón.

La omnipresencia de agentes de seguridad privada y policía local no tranquilizó a los viajeros. En las estaciones de Plaza de España y Jesús la tensión era aún más palpable. En ambas, un trabajador de FGV, con una bandera roja, daba la salida a los trenes, mientras otros operarios, cronómetro en mano, calculaban la cadencia de paso.