LAS apelaciones divinas están muy presentes en la cultura popular, incluidos los llamados agnósticos, los 'rojos' de boquilla y las clases instaladas, naturalmente; incluso sería razonable incluir a los habitantes del mundo político sin excepciones, desde los que anuncian o afirman que «España se rompe» y ponen a Dios Nuestro Señor como única fuerza para evitar tal hecatombe (algunos, los menos, hablan en voz baja del papel del ejercito), hasta los hijos del llamado materialismo científico y los entusiastas de la sociedad sin clases.
Cuando Santiago Carrillo volvió clandestinamente del exilio y se lució aquel peluquín en una rueda de prensa rigurosamente histórica, soltó lo de «lo que Dios quiera» o el «gracias a Dios» en un par de ocasiones que electrizó a la gacetillería presente y llenó de desconcierto a la alta dirección de la banca española.
Pero ningún líder de esta izquierda española que tanto ha sufrido a lo largo del pasado siglo, especialmente los 'rojazos' de su ala andaluza, había llegado tan lejos en ese mirar hacia los cielos como llegó días atrás el lugareño Diego Valderas, líder de la IU andaluza y ex alcalde de su pueblo, Bollullos Par del Condado (No confundir con La Palma del Condado, por favor).
Crecido políticamente como está Valderas por su pacto de gobierno con el PSOE, el político onubense afirmó recientemente que «somos alternancia (en la Junta), oposición útil (ante la mirada andaluza) y fuerza de gobierno (al día de hoy, tras la desventura gubernamental andalucista en los tiempos del 'ausente' Antonio Ortega)». Es decir, entró sin vacilaciones en el gran misterio de la Santísima Trinidad. Tres posibilidades desde una sola realidad, sin dejar de perder el aroma de origen y las cuentas pendientes que recogieron los rojos de la historia.
Porque Valderas es mucho Valderas, con un entusiasmo de acero que recuerda aquel principio de los tres mosqueteros: «todo para uno y uno para todos». ¿Qué pensará el gran Luís Carlos Rejón desde sus clases en Baena o por donde more? Esta claro, haber sido alcalde de tu pueblo te da saber, olfato, mano izquierda y un «por aquí te quiero ver».