Partía como un claro candidato a la final de Berlín. Era el campeón de 2002 y todos los dedos le señalaban como el principal favorito. Pero en el fútbol la ambición es fundamental. Y no se debe olvidar que algunos de los futbolistas que ya fueron campeones en el último Mundial se han econtrado ahora con cuatro años más y con menos velocidad, movilidad y, sobre todo, con menos hambre de triunfos. La disposición táctica que planteó Parreira de inicio ya revelaba importantes modificaciones. Para empezar, pocas veces se ha visto a Brasil preocupada por el adversario. Su forma de entender este deporte, su tradicional sensación de superioridad, le impide plantear un partido en función del rival.
Pero el sábado, la preocupación del seleccionador era controlar la zona ancha. Pero la selección gala, guiada por la batuta de Zidane, fue ganando terreno. Y ese dominio acabó en gol. Los brasileños no supieron frenar las jugadas a balón parado de Francia. Y eso que estaban avisados, ya que la estrategía le había dado buenos resultados al equipo de Domenech. El técnico, a pesar de todas las críticas que ha recibido por dejar a Trezeguet en el banquillo, no dudó en mantener su apuesta por un centro del campo fuerte para aprovechar las carencias de la 'canarinha'. Y es que Brasil había jugado demasiado cómodo hasta ese momento y muchos partidos los había ganado por el respeto que generan en el rival.
Se pueden formular un buen número de razones para explicar su eliminación. Algunos jugadores han llegado justos de fuerza y saciados de fútbol y hay que tener en cuenta que futbolistas como Kaká y Zé Roberto han jugado fuera de su posición habitual. No se debe olvidar que el 'jogo bonito' se basa en la técnica y en los pases al pie. Pero el fútbol también requiere desmarques y movilidad y alcanzar un buen nivel colectivo.