La Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV) de la policía asestó en los últimos días el mayor golpe a las mafias rumanas que operan en España. Los funcionarios detuvieron a 66 sospechosos en ocho provincias, mientras que las fuerzas de seguridad rumanas practicaron 17 arrestos en una redada contra los grupos internacionales dedicados a la clonación de tarjetas y a asaltos de viviendas y naves industriales.
La denominada operación Armagedon se ha saldado con 32 rumanos y un español capturados en Alicante; 14 rumanos, dos ciudadanas checas, una brasileña y otra danesa arrestadas en Málaga; dos rumanos y un moldavo en Barcelona; otros dos rumanos y un húngaro en Valencia; dos rumanos en Córdoba; tres personas de esa misma nacionalidad en Madrid; y cuatro más en Palma de Mallorca. Los 17 detenidos en Rumanía fueron capturados en Bucarest y Constanza, donde también se practicaron 23 registros.
La investigación -en la que han cooperado las policías de España, Italia y Rumanía-, comenzó en septiembre del año pasado después de que se detectara que tarjetas falsas italianas y británicas estaban siendo usadas en ciudades españolas.
Bien estructurados
Con las primeras gestiones, los agentes de la UDEV pudieron detectar a uno de los principales cabecillas de la organización, el rumano V.C., residente en Marbella y considerado el cerebro del grupo, ya que coordinaba las estafas con tarjetas en Andalucía, Cataluña, Madrid y Levante. La envergadura del grupo y sus ramificaciones hizo necesario que la policía recurriera a la Audiencia Nacional para coordinar la operación en las diferentes provincias. El magistrado Juan del Olmo y el fiscal jefe del tribunal, Javier Zaragoza, se pusieron al mando de la investigación en enero de este año. Para entonces, este extenso grupo ya había diversificado sus delitos. Varias células de la organización se estaban dedicando al asalto de viviendas y naves industriales. Particularmente activo era un subgrupo asentado en Levante, desarticulado el pasado 27 de abril. El grupo estaba organizado de forma piramidal. En el nivel más alto se encontraban los jefes que se limitaban a recibir las ganancias de los delitos y a coordinar a las diferentes células. El segundo estamento, el de los lugartenientes, estaba compuesto por los asaltantes y por los falsificadores de tarjetas. En el tercer escalón estaban los tiradores, los delincuentes que se encargaban de hacer las compras.