Los peritos de las aseguradoras de los constructores de la balsa minera que causó el vertido tóxico de Minas de Aznalcóllar (Sevilla) en 1998 aseguraron que la rotura del dique fue por un cambio en el «sistema de vertidos», y consideraron que no siguieron el proyecto inicial para el que estaba diseñada.
Así lo afirmaron ayer durante el juicio que se celebra en el juzgado de Primera Instancia número 9 de Madrid los peritos de las aseguradoras de Dragados y Construcción, Intecsa y Geocisa; mientras que los letrados de Boliden afirmaron que se deberían haber instalado artefactos para medir la presión de los líquidos y que el sistema de depuración no fue construido correctamente.
La rotura de la balsa vertió en 1998 en los aledaños del Parque Nacional de Doñana millones de metros cúbicos de metales pesados y lodos contaminados por lo que Boliden culpa a las constructoras y reclama 115.213.210 euros por los daños sufridos. Los expertos de las aseguradoras del grupo de las empresas constructoras insistieron en que la balsa no tenía desagües para evacuar los residuos líquidos ya que estaba construida para almacenar vertidos mineros y no hidráulicos.
Según explicaron, la empresa sueca Boliden cambió la «estructura de explotación de la mina», y para esto tuvieron que echar una cantidad de agua 20 veces superior a la recomendada sobre los vertidos anteriores para que se diluyeran y así poder depositar los residuos procedentes de las nuevas explotaciones. Manifestaron que, tras detectarse las filtraciones -que según señalaron, fueron producidas por la presión del agua y los residuos sobre los diques-, se podría haber evacuado la balsa y haber evitado el vertido tóxico.
Además coincidieron en que los informes eran «correctos» y que preveían todos los riesgos, e insistieron en que la balsa para otros fines distintos a los del proyecto inicial y que para ello no se introdujeron las modificaciones arquitectónicas correspondientes.