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Jueves, 29 de junio de 2006
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Las 'rojas' escasean en Barajas
Un pequeño grupo de aficionados, la mayoría en busca de autógrafos, recibió con gritos de histeria a los jugadores
Las 'rojas' escasean en Barajas
DE NUEVO EN CASA. Raúl empuja un carro con las maletas a su llegada a Barajas. / EFE
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La selección pierde fuelle. Sólo unas decenas de jóvenes caza-autógrafos y algún curioso recién aterrizado estaban al tanto de lo que sucedía en la terminal 4 del aeropuerto de Barajas . Ellos, y los servicios de seguridad, que realizaron todo un ejercicio de paciencia para soportar los alaridos histéricos de las adolescentes cuando intuían, veían o querían creer que sus ídolos franqueaban la puerta de salida.

Porque no buscaban a la selección. Sólo deseaban suspirar, tocar y fotografiarse con Fernando Torres (algo habitual) y Cesc Fábregas, el nuevo icono para las jovencitas. El resto, no contaba. Ellos fueron los más aplaudidos, jaleados y zarandeados, aunque se notó el grado de madurez en estas lides. Torres se paró medio minuto para responder obviedades y se marchó enseguida. El jugador del Arsenal, sin embargo, 'pecó' de amabilidad y se paró una y otra vez para firmar autógrafos. Al final, suplicó que le dejaran marchar.

El reloj marcaba algo más de las cuatro de la tarde y los jugadores abandonaban la zona de recogida de equipajes en cuentagotas. Todos vestían el traje oficial de la selección por orden expresa de Luis Aragonés, que no quería repetir la imagen de hace dos años cuando se regresó de Portugal en chanclas y pantalones cortos. Pero lo que no pudo evitar fue la desbandada general de sus pupilos.

Sólo doce jugadores aterrizaron en Madrid. Además de Torres y Cesc, Raúl, Salgado, Pernía, Alonso y Senna cruzaron el vestíbulo de la moderna instalación. El 'clan sevillano' (Juanito, Joaquín, Reyes, Sergio Ramos y la incorporación de Iniesta) se escabulló por una gatera y apareció en el autobús de la federación. El resto recibió empujones, palmadas en la espalda y algo de cariño de una afición desencantada. Pero no fueron los que más aplausos recogieron en la puerta diez de la terminal 4.

El primer gran lote de palmas se lo llevó Roberto Benigni, que arqueó una oreja y sonrió sorprendido al ver el despliegue de televisiones y fotógrafos. Unas camisetas y un par de banderas le devolvieron a la realidad. El director y actor italiano constató que el fútbol puede más que el cine. No obstante, sacó su vena gamberra y derrochó muecas y patochadas. Culminó su aparición con un «¿Forza España !» que fue muy aplaudido.

«Con la cabeza alta, seleccionador», le dijo de forma educada una señora a Aragonés cuando ya se marchaba. El 'Sabio' ladeó la cabeza a su derecha y dio las gracias.



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