Puede entenderse como una verdadera perogrullada plantear la evidencia que genera la crueldad humana del terrorismo, hoy posiblemente más que nunca es una necesidad perentoria plantear la necesidad de su aislamiento social y económico entendiendo que la debilitación moral de cualquier clase de terrorismo es cada día más patente. Siempre he definido a los terroristas como «seres amorales» que desprecian la vida humana intentando justificar lo indiscutiblemente injustificable. Hoy más que nunca hay que exigir a la comunidad internacional que los crímenes terroristas sean considerados como violaciones de los derechos humanos y que sean incluidos en la jurisdicción del Tribunal Penal Internacional.
Difícilmente pueda plasmar mis sentimientos en estas líneas, entendiendo que como amante de la libertad me encuentro en ineludible obligación ética de posicionarme solidariamente a favor de todas las víctimas del terrorismo (incluidas las del terrorismo de Estado). El terrorismo cruel y deshumanizado ciega permanentemente la fuente de la vida llenando de tragedia y dolor a los familiares y amigos de las víctimas. A mi juicio vivimos en la inutilidad de la barbarie en las postrimerías de un periodo histérico que pugna por romper las condiciones de un pasado histórico moralmente vacío donde los sucesos cotidianos como la muerte en estos días de 20 víctimas inocentes, todas civiles, entre ellas siete niños causada por los misiles de la aviación israelí tras un «fallido ataque selectivo» evidencia que el mundo actual no está hecho para las personas (...).
Francisco Flores. Jerez