Me sorprende que el señor Rajoy diga que le va a preguntar al presidente Zapatero en el Congreso por la «crispación creada por el Gobierno». Observo cómo cada vez es más evidente la descomposición mental y síquica de este señor, y que yo no se lo achaco a la actitud del Gobierno, sino más bien a la presión que sobre él ejerce el sector ultra de su partido, los señores Aznar, Acebes y Zaplana.
En el último Debate de la Nación, don Mariano quería tener más tiempo del permitido en su intervención en la tribuna de oradores, pero según el reglamento no podía ser, y aún así, estuvo más tiempo del que le correspondía, pero claro, al igual que un niño mal criado se enfrentó al presidente del Congreso -sin razón por su parte- y salió de la tribuna de oradores casi echando espuma por la boca y totalmente crispado. En los ocho años que ellos estuvieron en el poder, el reglamento era el mismo, los partidos de la oposición tenían un tiempo y el Gobierno otro, todo se aplicaba igual, pero por lo visto se le ha olvidado.
Para mí el que uno llame al otro «bobo solemne» o el otro al uno «patriota de hojalata», aunque no lo veo de buen gusto, tampoco las considero frases tan graves como para que creen crispación, pero sin embargo decir que el «Gobierno apoya a los terroristas» y también «que el Gobierno no tiene en cuenta a las víctimas», sí produce crispación. También crea crispación decir que el Gobierno actúa al dictado de ETA, y crea crispación llamar asesinos a los miembros del Gobierno. Todo eso produce un ambiente enrarecido y nada beneficioso para fomentar el espíritu de convivencia entre españoles -que no se olvide que lo somos todos, y no sólo son españoles y buenos, además, lo que apoyan al PP-.
Hay mañanas que por error sintonizo una cadena de radio, de la cual no quiero ni mencionar su nombre, aunque muchos de los que lean este escrito sabrán al instante a la que me refiero, que no resisto el escucharla ni dos minutos, porque parece que emite desde un país en guerra o en víspera de una confrontación armada, y donde parece que la población va por la calle mirándose con recelo y odiándose los unos a los otros. Sin embargo sale uno a la calle y observa que de eso nada, en la ciudadanía esa crispación no existe, y que todo es un montaje y una provocación diaria de un predicador de las ondas, que dicen que en su día fue de extrema izquierda, pero que ahora no cabe duda de que es de extrema derecha y un profesional del ruido y la crispación.
Mercedes García Márquez. Jerez