El gol de Raúl ante Ucrania despejó las dudas de Luis Aragonés. Después de semanas de árido debate, aquel tanto terminó de convencer al seleccionador de que la experiencia y el oportunismo de su capitán serían fundamentales a partir de los octavos de final. El técnico decidió ayer prescindir de Luis García para incrustarle justo entre los dos delanteros y los tres centrocampistas. Sabía que Raúl ya no es el mismo jugador que deslumbró a Europa con sus goles y con su hambre de títulos, pero creía que con él en el campo el equipo ganaría en posesión de balón y en definición. Pues bien, ayer, en el momento de la verdad, en uno de esos partidos que separan a los grandes jugadores de los demás, no estuvo a la altura de lo que se espera de él. Participó tímidamente en la creación y trató de tapar la salida de balón de los franceses. Pero, sobre todo, Raúl no transmitió la más mínima sensación de peligro y Aragonés acabó sustituyéndole por Luis García.