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Lunes, 26 de junio de 2006
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TOROS
Toros
El Cid cierra con un incontestable triunfo la Feria de Algeciras 2006
El diestro sevillano Morante de la Puebla realizó la faena más artística del ciclo gracias a un buen ejemplar de la ganadería de Salvador Gavira
El Cid cierra con un incontestable triunfo la Feria de Algeciras 2006
IMPRESIONANTE. Morante demostró que su toreo es único. / A. C.
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LA FICHA
Ganadería: Se lidiaron toros

de Benjumea, el segundo con

el hierro Joaquín Núñez del

Cuvillo, faltos de raza los tres

primeros, descastado el cuarto

y muy noble el sexto. El quinto

fue un sobrero de Gavira,

bravo y nobles.

Enrique Ponce: Palmas y

ovación.

José Antonio Morante

de la Puebla: Silencio y

una oreja tras un aviso.

Manuel Jesús El Cid: Palmas y

dos orejas tras un aviso.

Incidencias: La plaza

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Como colofón del ciclo taurino de nuestra Feria Real, cartel ilusionante en cualquier plaza. Los tendidos de Las Palomas cubiertos en tres cuartos de su aforo.

El espada que encabezaba la terna, Enrique Ponce, a un toro sin fijeza, en los capotes, y que tras recibir el puyazo de rigor, se rajó buscando las tablas, le plantó cara para sacar agua de un pozo totalmente seco. El descastado se tragaba el primer muletazo para en el segundo salir suelto de la suerte.

Ponce le perseguía y con su técnica intentó dominar la situación, pero resultó imposible ante las malas condiciones del primero de su lote. Ante esta situación el de Chiva lo cazó al primer intento , dando una muerte como la que merecía el antagónico de toro bravo al que se había enfrentado. El público le ovacionó, saludando entre barreras, para pitar con fuerza el arrastre del toro.

Intento de frustrado de lucimiento con el capote ante la embestida con las manos por delante del segundo de su lote, de nombre Campesino, del pial de Benjuema y de 510 kilos de peso, según tablilla.

Recibió un puyazo si emplearse, y presenciamos un quite providencial de El Cid a Tejero a la salida de un par. A pesar de todo Enrique brindó al público. No quería el valenciano irse de Las Palomas sin dejar de mostrar la vergüenza torera de una figura como él, y a fuerza de porfiar y exponer le arrancó algunos muletazos de mérito en las cercanías de las tablas y dándole las querencias al toro, que se resistía a los cites del valenciano. No estuvo acertado con la espada, pero la afición algecireña le aplaudió hasta obligarle a salir a saludar al tercio. Otro toro pitado en el arrastre.

Del hierro anunciado en un principio, Núñez del Cuvillo, el primero del lote de Morante. Verónicas ceñidas, mas lucidas por el pitón izquierdo, el saludo capotero a un toro que también daba muestras de flojeza y falta de casta. El público pita las condiciones del toro, solicitando con fuerza la devolución del animal. Ante un toro que lo que quería era echarse, el de la Puebla le ofreció la muleta por ambos pitones pero con poca convicción de sacar partido de ello, y en contra de la postura de parte del público que le pedía que lo matase. Morante les complació y al segundo intento logró una estocada que bastó para acabar con su enemigo. Decepción en el torero y entre los aficionados y partidarios de su peculiar toreo. Pitos en el arrastre para el toro, y algunas muestra de oposición al torero sevillano.

Arte puro

Morante que recetó una serie de verónicas de manos bajas y sentidas en el recibo de su segundo. Vio como se derrumbaba el toro a las primeras de cambio. El público, harto de lo que estaba sucediendo en la plaza de Las Palomas, pidió con insistencia la devolución, que el presidente creyó conveniente conceder ante lo que pudiera suceder.

El de la Puebla volvió a mostrar su toreo único con el capote rematando la serie con una media de antología, al sobrero de Gavira, que salió al ruedo con la divisa de Núñez del Cuvillo. Precioso quite por chicuelinas de Morante que, afortunadamente empezó a calentar al público.

Faena de Morante, llena de chispazos y gotas de inspiración. Los tendidos en pie ante el toreo único y de gran belleza de José Antonio. Extraordinario por redondos y con la zurda mostró temple, ligazón y torería. Toreando por molinetes, sí toreando, con gracia exquisita y personalidad. Su toreo hizo que el animal sacara la clase que llevaba dentro. Recibió un aviso y tras matar al segundo intento dio una apoteósica vuelta al ruedo con la oreja de su enemigo.

El Cid logró los primeros aplausos con fuerza de la tarde en los lances de recibo de famoso, negro de 445 kilos que saltó a la arena en tercer lugar. Con un puyacito solicitó el cambio de tercio, y bastaron dos pares de banderillas ante las escasas posibilidades de embestida del toro.

Sin fuerza y sin codicia siguió la muleta que le presentaba Manuel Jesús en su afán de agradar al respetable, de nuevo se pitó el arrastre del toro.

Buenas verónicas del Cid a su segundo toro. Chicuelinas al paso para llevar el toro al caballo. De mejor clase el toro que cierra la feria, aunque falto de fuerza, permitió al Cid ligar series a media altura, sin poder bajar la mano pues el toro se derrumbaba.

Fueron a más toro y torero. Ligazón y muletazos de mucha importancia que levantaron al público de los asientos. Estocada a ley, tarda en caer el morlaco, pero las dos orejas van a parar al esportón de El Cid.

Afortunadamente los dos últimos levantaron la tarde.



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