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Lunes, 26 de junio de 2006
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ZP nos pide permiso
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Esta semana contemplará la sesión del Congreso en la que el presidente Zapatero anunciará el inicio de las conversaciones con ETA. Puede que no lo diga así, y que el primer discurso del presidente consista en una especie de solicitud de permiso para iniciar una negociación con la banda que lleve al fin definitivo de la era del terror. En todo caso, el proceso va en serio, y la oposición a este proceso, también.

Podemos esperar esta semana uno de los encontronazos parlamentarios más serios y duros que haya registrados en la Cámara entre Zapatero y Mariano Rajoy. Cuando se escribe esta crónica, el presidente aún no ha llamado, que se sepa, al líder de la oposición, pese a las apelaciones de ZP, ayer en el comité federal del PSOE, asegurando que hará cuanto pueda por contar con el PP en el proceso hacia el fin de la pesadilla ETA. Es decir, que lo más probable es que haya llamada en las próximas horas y que La Moncloa fije de una vez el calendario concreto para la semana parlamentaria que comienza.

Las bazas en manos de Zapatero son, aseguran, bastantes. ETA está prácticamente liquidada y hasta las últimas detenciones corresponden a gentes, muy veteranas, que ya estaban de hecho desligadas de la banda, como el propietario del muy conocido bar de Behovia El Faisán, Joseba Elosúa, un local donde antes se consumaban algunos de los chantajes de la banda a los empresarios, pero donde también, y no por casualidad, tomaban potes miembros de las fuerzas de Seguridad o de los servicios de inteligencia.

Pero, además, Zapatero tiene muchas seguridades procedentes de la banda. Los mensajes de Josu Ternera, en ocasiones a través de su hijo, son variados, pero siempre en la misma dirección. Lo mismo que los de Batasuna. Quieren dejar la violencia porque parecen haberse dado cuenta, al fin, de que todas las fechorías se pagan con largos años de cárcel y de que no hay horizonte posible para sus teorías absurdas. Además, han comprobado que el apoyo a los métodos del terror ha disminuido sensiblemente en el País Vasco; ETA ya no tiene connotaciones románticas, libertadoras. Y El PNV y Francia le han puesto la proa de manera tajante. No les queda más salida que la negociación, aunque puede que aún resten algunos energúmenos partidarios de seguir derramando sangre.

Quizá por eso, yerran quienes se toman demasiado en serio la posibilidad de que ETA se reconstruya y vuelva a las andadas. El lenguaje de los últimos comunicados, exhaustivamente analizado por los especialistas policiales, tiene componentes de chulería un tanto infantil. Utilizar esos comunicados para preguntar al Gobierno por los compromisos que tiene contraídos con la banda, simplemente porque ETA lo insinúe en sus textos, puede ser un camino errado.

Y, sin embargo, es ese el camino que los duros están sugiriendo a Rajoy que siga esta semana. Los mensajes que llegan desde el PP hablan de ruptura total con el Gobierno socialista, y sugieren que el Ejecutivo, con Zapatero a la cabeza, está «entregado» a la banda y ha hecho ya cesiones inaceptables, aunque tal cosa no pueda constatarse. Por eso, las posiciones ante la presumible confrontación parlamentaria de esta semana no pueden, en principio, estar más distanciadas.

¿Cumplirá Zapatero de una vez sus compromisos, tantas veces reiterados, de hacer lo imposible por contar con el PP en este proceso?¿Seguirá Rajoy en esto una línea de colaboración con el Gobierno atendiendo lo que le dicen algunos de sus asesores?

¿Cómo no mostrarse pesimista cuando la mayor parte de los portavoces de la oposición ni siquiera admite la utilización del término proceso de paz para calificar lo que está ocurriendo, y cuando desde el Gobierno llegan mensajes contradictorios y herméticos?



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