Estoy ya saturado. Día, tarde y noche. Partidos en directo, en diferido, resúmenes y más resúmenes, y todo el día haciendo cábalas, analizando a los diferentes rivales, sumando puntos para ver si me hago con la porrra mundialista en la que participo. Tengo el culo que no serviría para aparcar una bicicleta. Plano, planísimo. Todo el día el trasero en un taburete de madera, el codo sobre la barra y una cerveza en la mano. Me he visto hasta el Angola-Irán y el Paraguay-Trinidad & Tobago, que encima no se jugaban nada, aunque yo sí.
He jaleado en el templo del fútbol, que no es San Mamés, sino el bar donde pazco estos días, a Corea contra Francia y a Japón contra Australia, y que yo sepa no tengo familiares ni ninguna relación sanguínea con estos países, solo por dinero. He odiado y odio a Polonia por habérmela jugado en dos ocasiones. Flipo con la Mannschaft, sobre todo cuando le dio por saco a los polacos, y más fliparé cuando llegue a la final y la gane. Incrédulos.
Jerez vive con la misma pasión que el resto del país el Mundial, aunque no estuviera España. Pero como está, nos vamos a llevar esta semana una decepción de aupa. Yo ya he apostado contra La Roja, y no porque la historia diga que la vamos a cagar donde siempre la cagamos, sino porque debo arriesgar para seguir sumando puntos. Así que lo siento por todos los que el martes dejarán sus quehaceres y se pondrán delante de la caja tonta para ver el triunfo de los de Aragonés. Eso no va a ser posible, me lo ha dicho la Bruja Lola.