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Domingo, 25 de junio de 2006
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CULTURA
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Nueve críticas a la intolerancia
La Fundación NMAC inauguró anoche la ambiciosa muestra colectiva dedicada a denunciar la desigualdad
Nueve críticas a la intolerancia
La obra de Adel Abdessemed es una de las más vistosas.
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Una obra de arte es, sin duda, imaginación, singularidad y belleza, una complicada combinación que los escogidos saben agitar en sus mentes y que saben compartir con el mundo. Pero si el arte se quedase en estética, en apariencia exterior, perdería mucha de su verdadera esencia, de su razón de ser que tiene como misión hacer despertar sentimientos de aprobación y rechazo, de complicidad o sorpresa.

En muchas ocasiones es necesario ser un entendido para apreciar y comprender realmente una pieza. En otras, en cambio, el contexto en que se presenta la obra y la situación que propició su elaboración hacen innecesaria una explicación para conocer su significado. El conjunto de obras que ayer se inauguraba en la dehesa de Montenmedio pertenece a este último grupo. Son obras directas que no tienen ningún reparo en mostrar lo que realmente quieren representar, su desaprobación sobre la situación actual que atraviesa el mundo en general, y el que les toca más de cerca, en particular.

Son nueve Testigos internacionales que han erigido en la Fundación Montenmedio de Arte Contemporáneo (NMAC) sus personales y críticos monumentos a la crueldad de la inmigración y la desigualdad de género, raza o religión como un grito de denuncia que pretenden que traspase fronteras. Comisariada por la directora de la fundación, Jimena Blázquez que se ha encargado personalmente de cuidar todo el proceso de selección y elaboración de las obras, la exposición Testigos supone uno de los proyectos más ambiciosos de NMAC y con el que celebran sus cinco años de existencia.

Con la presencia de los artistas participantes -Adel Abdessemed, Maja Bajevic, Jeppe Hein, Cristina Lucas, Pascale Marthine Tayou, Aleksandra Mir, Jesús Palomino, Gregor Schneider y Shen Yuan-, la muestra abría ayer sus puertas con la intención de simbolizar mucho más que un conjunto de obras de arte situadas en un emplazamiento inmejorable.

Los artistas y la fundación NMAC se han propuesto que las obras, algunas muy directas y otra más insinuantes, sirvan para concienciar a propios y extraños de la realidad que tan de cerca les ha tocado vivir. La alambrada de espino de Abdessemed, el naufragio de una patera de Bajevic o el puente imposible de cruzar de Yuan son sólo ejemplos de una realidad sobre la que, mientras unos apartan la mirada, otros muchos ponen toda su habilidad, imaginación y sentimiento para que no pase en absoluto desapercibida.



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