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Viernes, 23 de junio de 2006
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Opinion
Enganchado a Paula
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Sin que nadie sepa a ciencia cierta por qué, Paula Galvín llegó tarde y hambrienta a las jornadas de la FAMP. Sorpresivamente se sentó en mi mesa, a mi lado, donde compartíamos, al final del almuerzo, un gazpacho con concejales de participación del PP y del PSOE y de miembros de la ejecutiva de la CAVA (todo un gazpacho democrático) a la vez que hablábamos de los matices, de cómo las guías metodológicas eran muy distintas según los partidos que gobernaban, por su forma de entender la participación ciudadana también distinta. Qué suerte estar allí.

En aquel vendaval bolchevique nos alegró saber que hay quien apuesta por el asociacionismo tradicional como el vecinal y no por otros . «Hay ayuntamientos que quieren más a una cofradía o peña flamenca que a una asociación de vecinos» y se remató: «éstas si que nos dan problemas». Habló de recuperar los valores de la ciudadanía, ya esta caduco el político gestor y burócrata y hay que ir a la gestión paritaria político-ciudadanos. A partir de aquí Paula se identificó quebrando el pacífico sopor de los postres. A mi me animó más que las guindillas amarillas que había escondida en la tarta. «Soy la delegada de Participación Ciudadana de Sevilla».

Paula tuvo una segunda parte , su conferencia improvisada a la hora de los toros, las 5 de la tarde. Empezó con la defensa de que el político tiene que rotar, 4 u 8 años de máximo en el sillón, que venga gente nueva a este servicio, ella que lleva 4 años de concejal en la oposición y tres de concejal, anunció que se va en mayo que «vuelve a su instituto y punto». Y es que «de verdad, pienso que con 8 años en política estoy mas caducá que el yogur de chocolate de mi nevera» y se metió de lleno a la gente en el bolsillo, a sus ciudadanos: el arte noble de la política esta en hacer que voten los vecinos a tu programa político para después cumplirlo, para que se ejecute lo que has pregonado. Segundo, el político tiene que tirar para la calle todos los días y estar en permanente comunicación con los más activos de cada barrio (en clara referencia a las juntas directivas de las asociaciones). Paula dijo que había que acabar con el divorcio de la ciudadanía: lo que se haga con ella ha de ser vinculante, no se la puede engañar y convocar a los ciudadanos para coger ideas para su próximo programa electoral, acabar con la idea de algunos de que la eficacia política se mide por los kilómetros a bordo de un coche oficial. Y no es eso, hay que patearse la calle, los barrios, principalmente.

Otro pecado de su experiencia como política que subrayó es el no olvidarse del cálculo coste o de la inversión en un barrio: beneficio electoral que le reportará. Y apostar por acabar con el juego de apuntarse el tanto entre políticos y a jugar a ver si machacamos al otro, jugando con proyectos e ilusiones vecinales.

Gracias Paula por llenarnos las venas de oxigeno democrático, casi bolchevique. Su defensa de los valores republicanos en democracia me emocionó y los asistentes nos partimos de la risa cuando anunció que iba a denunciar esta semana al spot de televisión que se ve como un banquero le da en el cogote un cosqui a un compañero de trabajo cuando el ciudadano le pregunta ¿qué comisión me cuesta tal operación? Decía Paula que sonreír a estos anuncios de televisión es muy malo para los demócratas, «es acabar con los logros reivindicativos de años y años».

El ciudadano quiere información sobre cómo se gestionan sus dineros públicos, eso, para un político, debe ser irrenunciable, ese retorno de información. Sin transparencia empiezan las corruptelas. Paula no desentonaba con los carruajes de color rojo, carruaje del museo de enganche que nos ambientó.

Tanto me enganchó, que acabé acompañando a esta gobernanta a punto de caducá o rendir cuentas como política de la ciudad más grande de Andalucía, como es Sevilla hasta no se dónde. En recompensa me habló de su herencia, el haber dejado unos mecanismos de Participación Ciudadana muy desarrollados y aceptados al canalizar las aportaciones de la ciudadanía en la gestión municipal. Finalmente, me obsequió con un auto reglamento de participación dedicado, no sin antes decirme al oído la clave que ella ve en un buen político: «lo dicho, lo hecho, ná más». Ese es el mejor plan director. Descubrí que Paula no usaba pantem ProV, la lunática de Paula usa cosas simples y es esa simpleza con la que se gana esa enorme autoridad moral que la hace muy respetable ante cualquier ciudadano que se le aproxima para darle las gracias por engancharnos por ser así de simple.

Jesús Palomo Rodríguez. Jerez



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