Cuando se me ofreció la oportunidad de colaborar con este medio desde esta columna semanal me propuse fijarme, desde la distancia, en Jerez y sus circunstancias. Y le aseguro que gracias a la red a diario consulto la prensa local para conocer qué pasa en mi tierra. No deja de provocarme estupor la permanencia en la parra mediática de un personaje. Me pregunto cómo se las ingenia el amigo Pacheco para estar en todas las salsas cortadas que salpican polémica. En mis tiempos como periodista, confieso, que estaba encantado con este político. Un día sí y otro también se convertía en protagonista. Así que yo siempre tenía noticia y supongo que él estaría encantado de aparecer en los titulares. Como lo sigue estando hoy.
Verá, echando un vistazo a las noticias he reparado en dos que me llaman la atención y hete aquí que en ambas mete la nariz este señor. Bueno más bien suelta el verbo, esa elocuencia populachera y a menudo cómica que le caracteriza. Ah, claro, es que sigue metido en política. Ahora es delegado de política territorial. Me refiero al asunto IKEA y a la discutida reforma de la calle Larga. ¿Qué pasa con el desembarco de los suecos? Por lo que voy conociendo parece que se les está tocando un poco el alma con unos terrenos que pertenecen a una familia y que ellos deben comprar para compensar al Ayuntamiento por la recalificación del suelo donde van a abrir su megatienda. ¿Se ha enterado de algo? Yo tampoco. Se habla de un señor, con una opción de compra por los mentados terrenos, un tal José Luis López alias «el turronero». Lo de alias suena mal, dejémoslo en apodo o mote.
El caso es que los de IKEA se vienen a Jerez porque saben lo que se hace y eligen el punto comercial más interesante de la provincia de Cádiz. Lo que no sabían los suecos es que Jerez es especial. Es ahora cuando se están dando cuenta de que aquí las cosas se hacen de otra manera. Primero se forma un lío con el convenio que empresa y Ayuntamiento acuerdan para el aterrizaje y después se enredan con los dichosos terrenos de «compensación al municipio». Francamente no sé dónde está el problema. ¿Por qué se empeña el Ayuntamiento en que IKEA compre el suelo a la familia Terry y no al tal Turronero? Si este señor ha acordado con la familia una opción de compra no sé cuál es el inconveniente. Bueno, quizá una explicación sea que el tal Turronero es colega de Pacheco y la alcaldesa no es colega ni de uno ni del otro. ¿Por qué son tan oscuros los políticos? ¿por qué no hablan con claridad y hacen las cosas con transparencia? En estas tenemos a los suecos que, supongo, asistirán con estupor a este laberinto en el que se han visto metidos. Y en estas, los jerezanos, supongo que acostumbrados a estas historias confusas y estúpidas. Confío en que el asunto se esclarezca pronto no vaya a ser que los muebles de Ikea al final se monten en otra casa.
Pero, no se vaya, que aún hay más. El temita de la reforma de Larga. Hace diez años que se reformó y, claro, ya toca ¿no? La epidemia de las obras creía que sólo afectaba a los madrileños pero veo que no, que en Jerez también mola eso de tirar y levantar, destruir y construir.
En mi opinión no hace falta reformar la calle larga; ya quedó muy mona la última vez. Y menos si la ejecución de las obras depende de un crédito que pedirá la Gerencia de Urbanismo para esa y otras obras necesarias, según dice Pacheco. Ojú, otra vez él. Dirá usted que tengo fijación con este tipo pero ya ve que está en todas. Yo creo que él sí que tiene fijación por estar en todos los guisos. Sí, parece que este señor quiere ser parte de la historia viva de Jerez, o más aún , quiere ser él mismo la historia. Pues nada, si es feliz así que siga con ese papel. Pero, por favor, que no enrede las cosas, y que se calle un poquito que ya resulta muy cansino. ¿Se jubilará alguna vez? Espero que no se fije en Fraga, ojú.