Maragall anunciará que no optará a seguir presidiendo la Generalitat tres días después de culminar el principal proyecto de su mandato, el Estatut del siglo XXI, y dejando como segundo gran legado la transformación de la Barcelona "olímpica" que consagró internacionalmente a esta ciudad.
Nacido el 13 de enero de 1941, el nieto del poeta Joan Maragall e hijo del senador Jordi Maragall se licenció en Derecho y Ciencias Económicas en la Universidad de Barcelona y fue funcionario técnico antes que alcalde del Ayuntamiento de Barcelona.
En los años setenta comenzó a impartir clases como ayudante en la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), una actividad que siempre fue uno de sus estímulos personales al margen de la política, como lo demostraría décadas más tarde en Roma, lugar de "retiro" temporal, tras su exitosa etapa como alcalde de Barcelona.
Considerado en el PSC como heterodoxo e imaginativo y por sus biógrafos como un hombre tenaz hasta el punto de ser bautizado como "la gota malaya", Maragall logró acuñar un término mediático -la "maragallada"- para calificar decisiones que, al margen de que pudieran ser acertadas o erróneas, nunca dejaron indiferentes.
La imagen pública de Maragall, que de niño quería ser cartero o embajador, irá siempre ligada a dos momentos históricos en su trayectoria vital y política. El primero, en el ya lejano 17 de octubre de 1986, cuando un joven alcalde celebraba bajo los "flashes" de la prensa internacional la nominación de Barcelona como ciudad olímpica.
Logra la presidencia
El segundo momento ocurrió un 16 de diciembre de 2003, con un Maragall que, a sus 62 años y con el cabello ya canoso, era investido como presidente de la Generalitat, abriendo una nueva etapa política de gobierno de coalición del PSC con ERC e ICV-EUiA tras 23 años de mandato de Jordi Pujol al frente de CiU.
En el entreacto, protagonizó otra etapa, más breve y alejada de la luz y taquígrafos, cuando dejó la alcaldía a medio mandato y se marchó a Roma, un retiro que concluyó al aceptar -solicitado por su partido, el PSC- medirse con Pujol en las autonómicas de 1999.
Aquel primer asalto a la presidencia de la Generalitat se frustró pese a ganar en número de votos y abrió una etapa de cuatro años de oposición en la que, fiel a su sentido político institucional, creó un "gobierno a la sombra" con sus principales colaboradores.
El resultado de las elecciones de noviembre de 2003, pese a ganar el candidato de CiU, Artur Mas, en número de escaños, se saldó con un triunfo global de los partidos de izquierda que propició una alianza entre PSC, ERC e ICV que alumbró el gobierno tripartito.
Reforma del Estatut
Como presidente, Maragall anunció en la misma sesión de investidura su intención de reformar el Estatuto de 1979, abriendo así un largo proceso de negociaciones que en todo momento condicionó el día a día de su gestión de gobierno y tensó, a veces hasta el límite, su relación con el PSOE de José Luis Rodríguez Zapatero.
Precisamente será mañana el presidente del Gobierno quien tendrá ocasión, cara a cara, de conocer los argumentos que Maragall ha sopesado a la hora de tomar su decisión y dejar el testigo, si no hay sorpresas de última hora, al ministro José Montilla.
Pero eso será mañana. Mientras tanto, Maragall ha visitado hoy un colegio, ha respondido la "pregunta del millón" a un niño y, tras jugar a baloncesto y fallar tres tiros a canasta, ha salido del patio y ha comenzado a alejarse lentamente, como los atletas cuando abandonan el estadio olímpico tras besar su última medalla.