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Martes, 20 de junio de 2006
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A LA CONTRA
Cuando las barbas de tu vecino...
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Este pasado fin de semana un grupo de personas organizó una fiesta-protesta para llamar la atención sobre uno de los muchos desmanes urbanísticos que se cometen en nuestra provincia. Quizá a muchos jerezanos no les suene la playa de la Casería de Ossio, tan alejada de los modelos que representan Valdelagrana o Costa Ballena. Pero si se explica que se trata de un mirador privilegiado a la Bahía situado en la zona de San Fernando donde tradicionalmente han vivido los militares, un balcón al mar sin hoteles, sin restaurantes para carteras llenas o gente que siempre paga con tarjeta, sin club náutico donde lucir el moreno, sino un lugar de pescadores de los de barquita chica donde comer unos inmejorables chocos disfrutando de la brisa marina y lejos del bullicio que ya invade nuestras playas, se entenderá que también a los jerezanos nos afecta lo que suceda en este lugar. Básicamente la cuestión se reduce a que en dos telediarios el lugar perderá todo su encanto. ¿Por qué? Por lo de siempre, el dichoso ladrillo. Está prevista la construcción de ¿siete! torres de nosecuantas alturas, de las que tres ya están casi terminadas, con sus grúas amenazando al cielo con la seguridad del que sabe que tiene al poder de su lado.

La protesta fue un éxito. Sólo el hecho de haberla convocado y de haber logrado reunir a un buen puñado de gente dispuesta a hacer ver que otro modelo es posible ya es un éxito. Aunque después los de siempre hagan el caso que suelen hacer. Aunque el precedente del ilegal Bahía Sur (y otros como Montenmedio, Las Beatillas, etc) marque el camino a seguir por las autoridades (in)competentes. Hay que estar ahí. Decir en voz bien alta lo que el dinero y sus adláteres se niegan sistemáticamente a escuchar. Señalar a los culpables y sus desmanes, averiguar quién se llenará la cartera (ya se la están llenando) gracias a la destrucción de uno de los pocos rincones dignos que aún resiste la invasión del cemento.

Cuando toda la provincia haya sido colonizada por el poder de inmobiliarias, constructoras y promotores (qué listos son a la hora de apropiarse de las palabras positivas para designar las más siniestras profesiones), ¿qué quedará? ¿alguien se acuerda de cuando Valdelagrana era un verdadero pinar? ¿y de las playas casi vírgenes de la Costa Noroeste, tan cerquita que casi podrían ser un barrio más de la ciudad?

Mucho ojo con dejar todo el espacio a estos depredadores, luego llega la asfixia. En Jerez no tenemos playa pero estamos sobrados de políticos amantes del ladrillo, promotores amigos, intermediarios varios y demás fauna del cemento. Es una ciudad preciosa. No les dejemos llenar sus bolsillos a costa de nuestra historia (porque es nuestra, la suya sólo es la historia del dinero), nuestros espacios naturales y nuestro patrimonio.



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