El anuncio realizado ayer por el ministro español de Asuntos Exteriores de que la secretaria de Estado norteamericana visitará nuestro país antes de que acabe el año es, sin lugar a dudas, una buena noticia. Que las relaciones entre Madrid y Washington no atravesaban por sus mejores momentos era ya inocultable a la opinión pública porque a las palabras de pretendida normalidad y simple discrepancia en asuntos puntuales no acompañaban unos gestos que se dilataban -especialmente por parte norteamericana- demasiado. No era lógico, no ya que la relación entre el presidente Bush y Rodríguez Zapatero fuese sencillamente inexistente, sino que la propia Condoleezza Rice no hubiese pisado suelo español en ninguna de sus visitas a Europa. Afortunadamente, ahora parece que el intenso trabajo desplegado durante casi dos años por Miguel Ángel Moratinos para tratar de restañar la desconfianza hacia el Ejecutivo de Zapatero, comienza a dar sus frutos. La entrevista entre Moratinos y Rice era el colofón al encuentro del Consejo España-EE UU, celebrado estos días en Tampa, Florida, en el que por parte española se había hecho un gran esfuerzo de acercamiento, y en la que nuestro ministro de Asuntos Exteriores intentaba dar pruebas a Washington de que el Gobierno español está dispuesto a cooperar en múltiples asuntos de interés común y a dar pequeños pasos para mejorar la relación, dejando atrás malentendidos y gestos poco amistosos. Es evidente que la secretaria de Estado ha sido receptiva y ha escuchado estas ideas con la actitud moderada y pragmática que le caracteriza. Rice ha terminado por apreciar los denodados esfuerzos de nuestro Ejecutivo por normalizar las relaciones y se muestra dispuesta a recomponer sus relaciones con un aliado europeo que le ha «impresionado» ahora por el grado de disposición a hablar incluso sobre cómo apoyar de la mejor manera al Gobierno iraquí. Iberoamérica ha sido otro de los aspectos que se han abordado en el encuentro ministerial mantenido entre los dos máximos representantes de las diplomacias española y norteamericana; y es que en esa región tradicionalmente olvidada por la política exterior norteamericana, Rice entiende que la colaboración española podría ayudar sustancialmente al desarrollo político y social de estos países, aunque la Casa Blanca no entienda la buena disposición del Gobierno español hacia los peculiares dirigentes de Cuba, Bolivia y Venezuela y considere que Madrid debería enviar el mismo mensaje de advertencia.