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Martes, 20 de junio de 2006
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Día de mujeres y niños en Hamelin
El seleccionador francés concede la primera jornada libre en familia a sus futbolistas en plena crisis de resultados Barthez dice que el sistema de juego y el rendimiento de los jugadores son responsabilidad del técnico Domenech
Día de mujeres y niños en Hamelin
CRÍTICAS. El seleccionador Domenech ha sembrado muchas dudas.
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La selección gala se lame sus heridas a la francesa. En plena crisis de resultados, Raymond Domenech suspendió el entrenamiento previsto y abrió las puertas de la concentración, por primera vez desde la llegada a Alemania hace doce días, a mujeres, compañeras y amigas íntimas.

El seleccionador no pudo disfrutar de la presencia de su esposa, la periodista de la cadena de televisión privada M-6 Estelle Denis, que presentó en directo desde París su programa de fútbol dominicial. La hija de la pareja se llama Victoria, porque el día de su nacimiento, hace un par de años, coincidió con el nombramiento de papá.

Muchos niños no debieron venir o no eran muy ruidosos porque Fabien Barthez reconoció que a los jugadores se les pegaron las sábanas hasta muy avanzada la jornada.

Los familiares habían asistido la víspera al nuevo desastre de sus hombres ante Corea del Sur (1-1) en Leipzig, desde donde viajaron todos juntos en un vuelo especial hasta el hotel-castillo de Aerzen (alrededores de Hannover) donde llegaron hacia las tres y media de la madrugada.

El guardameta, protegido por unas gafas de sol que luego se retiró, fue el único componente de la plantilla en acercarse a mediodía por el centro de prensa puesto a disposición de la expedición francesa en la localidad de Hamelin. «No puedo decir cómo está el ánimo porque no he tenido ocasión de ver a muchos jugadores esta mañana, pues nos hemos levantado muy tarde», reconoció Barthez, asiduo de las revistas del corazón en la época de su idilio con la modelo Linda Evangelista.

'Glamour bleu'

El glamour bleu, encarnado en sus máximas tallas por Adriana Karembeu, se ha hecho más discreto últimamente. Hace cuatro años, los jugadores recibían a sus mujeres en el hotel de Seúl que compartían con los periodistas. Entre otras, Béatrice Trezeguet hacía estragos con una camiseta ceñida en la que se leía el lema Sex Instructor. Las cabezas se vuelven ahora al paso de Nicole Merry, actriz en El quinto elemento de Luc Besson y en el último James Bond, y señora de Thierry Henry en la vida londinense.

A diferencia de Corea, los franceses han optado por un enclaustramiento lejos del mundanal ruido en el antiguo castillo del barón Hilmar von Münchhausen, una mansión edificada en 1570 en pleno corazón boscoso de la Baja Sajonia.

Zidane, eclipsado

La frondosidad del paraje, inaccesible para los periodistas que no sean Madame Domenech, murmulla la célebre leyenda del flautista desratizador de Hamelín, que por impago dejó al pueblo sin niños salvo dos: uno ciego y otro mudo. Una metáfora a la medida de esta Francia que casi no habla y no ve más allá de su jaula de oro.

Lo que transciende es que los astros, en la órbita de un rey Sol crepuscular, no están dispuestos a dejarse llevar al precipicio por un flautista aspasionado por la astrología. Zidane, monarca en la sombra, corre el riesgo de eclipsarse antes de tiempo pues está suspendido por doble amonestación para el partido decisivo del próximo viernes contra Togo, en el que Francia debe ganar por dos goles de diferencia para garantizarse el pase a octavos.

El consejo de ancianos, capitaneado por Zizou, envió a la cita diaria con los informadores al pelado Barthez, uno de los suyos, con un mensaje explícito: la defensa del sistema, del juego y del rendimiento es cosa exclusiva del seleccionador. «Pregunten a monsieur Domenech», respondió varias veces el portero, gran lanzador de balones fuera, cuando se le plantearon las dudas que despierta el equipo.

«Hacemos un oficio fantástico y es fabuloso jugar el Mundial en estadios llenos. La vida es bella. Nada está acabado», proclamó sin precisar si ese talante era compartido por el resto del equipo. «Lo espero y lo deseo», se limitó a apostillar con una sonrisa.

A media tarde, las mujeres y los niños abandonaron Hamelin. El flautista tiene hoy cita con la prensa.



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