Ya lo han conseguido. No tendremos que mirar con envidia al Aquasherry, ni recordar con nostalgia los toboganes acuáticos que se instalaban en el aparcamiento del Hipercor, junto al cine de verano, allá cuando la fiesta del aniversario regalaba un Citroën GS y un cesto de Tang y proyectaban Supergirl. Jerez cuenta con un parque acuático, que ni el de Torremolinos, oiga. Tranquilo puede quedarse Trillo. Si la llegada de Ikea ha chafado la idea del acuario en Picadueñas, desde estas líneas propongo un tobogán gigante que empiece en el Cine Riba. Sí, esa sala derribada en homenaje a su autor, Manuel de la Quintana. Total, si le hacemos una exposición en el Callejón de los Bolos, ¿para qué dejar sus edificios en pie? El tobogán empezaría en calle Ancha, Porvera, escala en Honda, giro en Arcos y fin en El Pelirón. Ni Área Sur, ni Ikea. La solución definitiva para el comercio. Como el canal de Castilla.

Los clientes podrían ir en bañador a comprar, o en Zodiac, o en piragua si son deportistas. Los turistas no pasarían calor. Eliminamos el tráfico, y la contaminación. Y lo que ahorraríamos en limpieza viaria. Ya no haría falta pasar la manguera a las once de la noche como hacen los sufridos trabajadores de Urbaser. Y no sería caro. La solución pasaría por dejar las alcantarillas tal y como están. Con el mismo mantenimiento que hace que los comerciantes se pregunten para qué pagan la tasa de Ajemsa. Ya de paso, la joya de la corona municipal podría cobrar un extra por refrescar las tiendas. Nada mejor que una cuarta de agua para desconectar el aire acondicionado. Pero no se preocupen. Sólo es una idea, como la del segundo hospital.