Nada como hojear El éxito nunca es definitivo, del historiador Geoffrey Parker para dejar las cosas claras desde el principio. Luego, convendría tener presente que la mayor parte de los éxitos tienen lugar a partir del cuarto error, como subraya el cirujano y gurú del liderazgo Mario Alonso, para no tirar la toalla a las primeras de cambio. Una de cal y otra de arena con que iniciar la andadura de la vida adulta que da sus primeros pasos con serios obstáculos: ni la perseverancia ni el esfuerzo ni el sentido común corren hoy riesgo de ser epidemia.
Tampoco un superlativo cerebro es garantía de nada. Porque como anuncia Pilar Gómez-Acebo, presidenta de la Confederación Española de Directivos y Ejecutivos (CEDE) y una de las principales autoridades en España en materia de recursos humanos, «pensar con el corazón va a ser la clave del siglo XXI», y ahí sí que nos han pillado. «Hay que cambiar la racionalidad por la emocionalidad racional -declara la experta-porque la esencia del ser humano está en un 90 por ciento en las emociones, sentimientos y voluntades, frente a la racionalidad, que no es más que un 10. Hemos pasado de una economía de finales del XX basada en productos y servicios a una economía apoyada en las relaciones y el pensamiento. Y las empresas, volcadas en ganar dinero en vez de en generar riqueza, han visto que la situación interna se les va de las manos».
«Por eso -añade Gómez-Acebo-, para triunfar en este nuevo panorama hace falta personas con horas de reflexión, no con horas de conocimiento, porque este ya es el punto de partida y no de llegada como antes. El que no sabe lo que hace, el que no sabe para qué sirve lo que hace y dónde es útil, por mucho que conozca, no vale. Sólo el que aprende de lo que le pasa, que reflexiona sobre ello, y saca conclusiones puede modificar el futuro. Un pensamiento genera autoconfianza y seguridad, permitiendo relaciones, porque uno de los problemas del XX es que caímos en el individualismo más atro». Las nuevas reglas son que yo te doy y si no me devuelves tú, te has salido del juego y lidero yo».
Carlos Alemany, director de Korn-Ferry, a la cabeza de las primeras compañías del mundo de selección de personal y que cuenta con una base de más de 1,2 millones de perfiles de directivos, explica cómo, «de acuerdo con nuestros análisis, los valores emergentes que cada día se aprecian más son la pasión por el aprendizaje y una mentalidad emprendedora. Nuestros análisis muestran como valores más cotizados la humildad, la persistencia y la confianza en las propias capacidades, con proyección de esa credibilidad hacia el exterior y diligencia para aceptar cambios y abordar conflictos».
Al prospecto que debe acompañar al triunfador según Alemany, Alvaro González-Alorda, profesor de ISEM Fashion Business School y director de la consultora BocaOreja, añade el signo de los tiempos: «la velocidad de crucero de la Historia, que se está acelerando por las extraordinarias posibilidades de comunicación e interconexión que las nuevas tecnologías traen de la mano». Lo que hace que surjan «modelos de negocio radicalmente distintos -añade el especialista-. La mejor respuesta la dan los perfiles versátiles, las personas capaces de manejarse con los datos y con tareas que exigen capacidad de planificación y ejecución, y que también se mueven con agilidad en lo conceptual y en la dimensión más creativa».
El arte de entrenarse
Un camino hacia el estrellato que requiere preparación. Porque el aspirante a triunfador, según prescribe Alonso, «debe entrenarse en la empatía, desenvolviéndose en el lenguaje de las emociones para percibir más lo que el otro siente que lo que piensa, y establecer una conversación mucho más positiva: si habláramos a los demás co-mo muchas veces nos hablamos a nosotros mismos no tendríamos ni un amigo. Se ha estudiado lo que pasa en el cerebro cuando nos hablamos negativamente y se ve cómo el riego cerebral envía menos sangre a zonas vitales para pensar con claridad, además de inducir la aparición de hormonas que pueden ser muy limitantes». ¿Quién dijo que triunfar (de verdad) era fácil? Pero no hay que preocuparse porque siempre quedará el atajo de la fama. Entonces hay que seguir otras pistas: «Para tener éxito -recomendaba Onassis-, mantenga un aspecto bronceado, viva en un edificio elegante, aunque sea en el sótano, déjese ver en los restaurantes de moda, aunque sólo se tome una copa, y si pide prestado, pida mucho».