El Inglaterra-Trinidad y Tobago tuvo un componente social, de comportamiento de unos profesionales y otros. Me decepcionaron totalmente los ingleses. Ya lo hicieron en el primer partido del Mundial. Al margen de sus escasas ideas futbolísticas, no me gustó su 'pasotismo'. Parecía que no querían jugar. Que tenían enfrente un juguete que no les gustaba y lo despreciaban.
Muy pobre su juego y muy pobre su espíritu. Si siempre han destacado por algo ha sido por su carácter y motivación. A esta selección inglesa parece que le da lo mismo ganar o perder. Parece mentira que con los jugadores que tiene no ofrezca otra cara, repito, en ambos conceptos. Ganó porque tenía que ganar, pero ha dejado más dudas aún que después del primer partido.
Trinidad y Tobago fue la otra cara. Dieron todo, se entregaron al máximo. Incluso creo que llegaron a pensar que podían llegar al final con el empate, como ante Suecia. Tiene mucho valor este comportamiento. Son chicos que saben que no tendrán otra oportunidad y tampoco tienen nada que perder. Caen en manos de un técnico europeo, con experiencia, como Leo y le hacen caso. Se organizan con un buen orden táctico, juegan y se divierten