«Sí se puede». La fiesta ecuatoriana tenía su propia canción. «Sí se puede». El país y todos aquellos lugares en los que se asientan personas originarias de este lugar del América del Sur eran un clamor. La tricolor había dejado Ecuador vacío. Todos seguían el partido; desde casa, desde su lugar de trabajo... En la calle, unos pocos, eso sí, vestidos con la camiseta del combinado.
Eran las 9 de la mañana, pero todo Ecuador se echó a la calle. Por todos los rincones del país. «Sí se puede». En previsión de posible altercados, la policía sacó a la calle más de 20.000 efectivos. Rojo, amarillo y azul. Fueron los colores de ayer en Quito, Guayaquil... también en Bilbao, en Madrid y Alemania. Allí, muchos aprovecharon las cámaras de televisión para pedir dinero a sus familiares para seguir en el Mundial. «Vamos a llegar a la final».
Las bocinas de los coches seguían un ritmo, una cantinela. «Sí se puede, sí se pudo y sí se podrá». Era un día normal de trabajo en Ecuador y los niños tenían que ir a clase, pero todo pasó a un segundo plano. Su tricolor había hecho historia y tenían que celebrarlo. El diario El Universo fue el más expresivo: «¿Grande Ecuador!».