El Cid, en su faena de muleta al toro al que cortó las dos orejas. / EFE |
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LA FICHA |
Dos toros -primero y sexto- de Jarrama, dos -tercero y cuarto- de Sánchez Dalp y uno, el segundo, de Manolo González, desiguales de presencia, todos flojos, bajos de raza y de juego variado. El quinto, el único toro brusco de la tarde, fue un sobrero de Sánchez Dalp, sustituto de uno de Jarrama. El segundo, premiado con una insólita vuelta al ruedo que no pidió nadie.
Enrique Ponce: silencio ypalmas.
Manuel Jesús 'El Cid': dos orejas y ovación.
David Fandila 'El Fandi': una oreja y una oreja.
Lleno de no hay billetes en tarde agradable. |
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Primer zambombazo en la taquilla, con El Fandi naturalmente. El torero de Granada es algo más que un ídolo entre su gente. Todos quieren ver al Fandi y el hecho mismo de que esté anunciado tres tardes, ninguna en día festivo, lo dice todo. Pocos casos como este en la historia. Y conociéndose su estilo torero tiene todavía más mérito ese tirón popular. En el ruedo, una corrida de insignificante contenido, sin raza y flojísima. El toro de provincias, que suelen decir despectivamente los aficionados de las plazas de primera. No tenía que ser así. En todo caso con ser menos aparente de presencia, por dentro tendría que tener unos mínimos exigibles de bravura y de fuerzas.
Y sentada la premisa de lo que fue la corrida en lo que se refiere al ganado, hay que valorar, y en algunos casos ponderar, los méritos de la terna. Triunfadores El Fandi y, sobre todo, un Cid pletórico con capote y muleta, recalcando su actuación en los dos tercios. Se habla de la mano izquierda del Cid, que ayer volvió a ser algo deslumbrante, y en ese mismo aire también la derecha, incluso en el toreo de capa.
El Cid recibió al segundo de la tarde con muy buenos lances a la verónica, abierto el compás y meciendo la figura. Exquisitos lances que repitió en un quite posterior. Y con la muleta, a pesar de la poca consistencia del toro, el torero estuvo perfecto. Porque esa circunstancia de la hipotética falta de enemigo le obligó a aplicar una técnica en la que no se perdonarían fallos, ni un tirón, ni obligarle por abajo. Prohibidas las brusquedades.
El Cid encajó la figura, descolgándose de hombros desde el primer muletazo por la derecha, en pases a media altura, templados y largos. Muy templados y muy largos, habría que precisar. El toro, ay, perdió las manos en los primeros remates de pecho. Pero abundó El Cid en los cuidados. Tres series por la derecha, en la última ya con un remate verdaderamente primoroso, y algo muy importante sin que el toro fuera al suelo.
En el intermedio de la faena, el toreo al natural, con la misma cadencia, trazo exquisito. El toro, todo hay que decirlo, acudía pronto, noble, con clase y recorrido. Fue milagroso que ya no se cayera más. Mérito del Cid que en el final volvió por la derecha y en unas alegrías oportunísimas, como el tres en uno, el pase del desdén, la trinchera y el kikirikí. Cumbre El Cid que mató a la primera, aunque la espada quedó algo caída. Cortó las dos orejas, que hubieran valido lo mismo en una plaza de primera.
Pudo redondear su tarde con el áspero quinto, al que se impuso a base también de temple. Faena de dominio basada en la mano derecha. Solo le faltó mejor rúbrica con la espada.
Ponce tuvo la suerte de espaldas, porque la absoluta invalidez de su primero no le dejó ir más allá de las simples probaturas y porque después de una faena de mucho empeño y ciencia en el cuarto, terminó fallando a espadas. No cuenta la del que abrió plaza, pero tuvo mucho mérito la otra, de pases espaciados y en las cercanías, afianzando cada vez más al toro, y con él la faena.
Espectáculo
El Fandi hizo lo mínimo que cabía, o lo máximo, según se mire. En otra plaza su primera faena hubiera parecido insuficiente dada la escasa entidad del toro. Pero el personal valoró sobre todo el compromiso de su torero por agradar. Las largas cambiadas, las banderillas y el proyecto de arrimón en las cercanías con el toro sin fuerzas ni recorrido, en Granada fueron suficientes para una oreja.
En el sexto, en cambio, hubo más toro, aunque desplazándose lo justo, incluso defendiéndose. Pero se notaba que allí había algo con cuernos. Y El Fandi, es justo reconocer, esta vez le enjaretó pases con cierto temple. ¿Ah, y las banderillas! Había puesto hasta cuatro pares a petición popular. Enfervorizada petición popular para todo con El Fandi.