La manifestación contra la negociación entre ETA y el Gobierno ha generado como era de esperar una gran polémica. Que centenares o miles de personas se plantasen en las calles de Madrid exigiendo a Zapatero que diera marcha atrás en su «proceso de paz» desde luego es preocupante, alarmante y requiere reflexión por parte de todos. Está claro que las cosas no se están haciendo todo lo bien que se debería, no obstante mi pregunta es la siguiente ¿verdaderamente se quiere alcanzar la paz en Euskadi?
Lógicamente la mayoría de los mortales me dirá que cómo puedo llegar a plantear esta cuestión. Que no existe nadie, que se encuentre en su sano juicio, que no quiera el fin de ETA, aunque la clave es ¿a qué precio? Eso del precio me hace pensar muchas cosas. Si no se fomenta un dialógo con Batasuna o ETA (me da igual) seguro que habrá más muertos y esto no acabará. La palabra diálogo es muy bonita y en todo diálogo se debe llegar a un consenso. Evidentemente en la negociaciones que puedan llevarnos a la paz tanto el Estado como los nacionalistas radicales vascos tendrán que ceder y eso no es un precio político, simplemente es la base para alcanzar un concenso. Estamos de acuerdo que el que ha cometido un delito debe cumplir la condena impuesta por la justicia y que el hecho de que haya o no negociaciones no tiene por qué modificar este hecho. El que infringe la ley la infringe y punto, no hay más. Por otro lado, legalizar de nuevo a Batasuna puede no ser tan malo.
Asimismo, la unión entre la cúpula del PP y representantes de las víctimas convierte esta manifestación en algo más: un acto político donde la imparcialidad y pluralidad destaca por su ausencia. Verdaderamente creo que la presencia del PP en este encuentro sólo ha conseguido que esta manifestación sea un acto de la derecha española y no de las víctimas. Ha distorsionado el conflicto o discrepancias con el Gobierno y ha hecho que Zapatero pueda permitirse el lujo de mirar para otro lado. Y eso es grave, muy grave. Rajoy debería reflexionar y no ponerse a la paz porque cuando su queridísmo Aznar negoció con ETA, a escondidas y cediendo en varios puntos, nadie salió a la calle. La manipulación política es un hecho.
Miriam Estrada. Jerez