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Martes, 13 de junio de 2006
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Pereza veraniega
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Cuando ustedes lean esto, estaré tumbada en una estupenda playa de El Puerto de Santa María, no hace falta ir mucho más lejos, pensando en mis cosas. En mis escolares, que ya apenas apuran los últimos días de clase, y en mis médicos y sus problemas con las instalaciones sanitarias. También tendré tiempo para decidir con quién me tomo la cervecita de rigor de mi día libre (jornada festiva-laboral que me merezco después de haber trabajado todo el fin de semana como una campeona).

¿No les da pereza el verano? Hace demasiado calor como para aprovechar el día y todo el mundo está de vacaciones mientras una no hace más que aporrear el teléfono buscando a alguien que responda al otro lado y que, por favor, no lo haga mientras clava la sombrilla en la arena. Estoy más que acostumbrada a trabajar mientras los demás descansan, e incluso podría decir que para que los demás se tomen su tiempo de relax. Pues este año, me da hasta cierta flojitis el pensar en la posibilidad de organizar un viaje, con todos los preparativos: las noches de hotel o el aquiler de la casa, las compras de última hora, el agujero que se te queda en el bolsillo... Más preocupaciones, como si no hubiera bastante con las que tenemos los otros once meses del año.

Muchos aprovechan para hacer deporte (con la caló que hace), para estudiar algo pendiente (con las neuronas ya agotadas), o para correrse las juergas que las obligaciones cotidianas no le suelen dejar (son mejores si tienes obligaciones). ¿Qué pereza! Con lo bien que se está tomando el sol. Me voy a dar un baño.



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