Favorita de largo en todos los pronósticos y admirada con una veneración unánime, la selección de Brasil inicia hoy en Hanover ante Croacia (21 horas) su asalto a la sexta. Llega, pues, un día esperado con deleite en todos los Mundiales. Y es que la aparición de la 'canarinha' siempre es un acontecimiento. El mundo del fútbol se detiene para observar a los mejores, a los más grandes de la historia, a una selección que siempre parece estar en otra dimensión y es una promesa permanente de fiesta y espectáculo; de lo mejor de este deporte.

Con el comienzo de la samba en Alemania emerge la figura de Ronaldinho, el número 1 indiscutible. Hace cuatro años, esta condición era propiedad de Ronaldo, que fue el encargado de conducir a su selección a la ansiada 'penta' con media docena de estocadas en Corea y Japón. Ahora, completado el relevo generacional en el trono del fútbol, le toca el turno al 'Gaucho'. El jugador del Barça asume una gran responsabilidad en este Mundial. Ha firmado una temporada memorable y las expectativas a su alrededor se han disparado.

Además, en esta ocasión, a todas las motivaciones que Ronaldinho pueda tener para brillar con su selección se une otra de carácter publicitario. Como imagen planetaria de Nike, quiere dar la campanada en el territorio comanche de Adidas. Lo cierto es que pocos dudan de que lo hará. Mario Lobo Zagalo, campeón del mundo como jugador y como seleccionador de Brasil, no puede estar más convencido de que el 'Gaucho' la va a liar como él sabe. Inventando y sonriendo. «Va a reventar el Mundial».

Ahora bien, personalizar en un jugador cuando uno habla de Brasil es una herejía. Y es que alrededor de Ronaldinho hay talento para exportar. La 'canarinha' está llena de futbolistas excepcionales y su poder ofensivo, con Kaká, Adriano y un Ronaldo que arde en deseos de reivindicarse y enterrar con goles la polémica sobre sus kilos de más, se antoja ilimitado. De hecho, la gran obsesión de Parreira en su camino hacia la conquista de su segundo Mundial como seleccionador, que sería el segundo de Brasil en el continente europeo tras el de Suecia en 1958, pasa por lograr que sus jugadores no se confíen y por inyectar algo de equilibrio y solidez defensiva en el juego de un equipo en el que quiere meter goles hasta el utillero.

Ante la grandeza amazónica de Brasil, Croacia, que disputa en Alemania su tercer Mundial consecutivo, se presenta con el único traje posible en estos casos: el del convidado de piedra. Sin embargo, poca gente es tan poco apta para asumir ese ingrato papel como los 'vatreni' (los fogosos), apelativo con el que se conoce en su país a los jugadores de la camiseta ajedrezada. Competitivos de nacimiento, los jugadores de Kranjcar,venderán cara su piel. No tienen nada que perder y su ilusión es enorme. Al fin y al cabo, uno se hace futbolista para poder jugar contra Brasil en un Mundial.